La hermosura de nuestro mundo nos da en cada playa del orbe una vista y un color diferente del mar. La suavidad y frescura del agua en movimiento nos contacta con esa parte grata, blanda y mansa del mundo y de nosotros mismos.
El sol naciente del amanecer nos pone en el centro de la fuerza y grandeza propia, nos levanta y energetiza.
Todo esto estimulando nuestros sentidos a través de la vista; que nos permite conocer y reconocer que la vida no es plana y no por ello deja de ser bella.
Que la paz, fuerza y energía de esta obra te acompañen siempre recordándote que donde tu estas hay bendición.
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