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Esta acuarela nos invita a una meditación sobre la relación entre la humanidad y la naturaleza, en el primer plano, una casa solitaria se yergue valiente en el borde de un barranco texturizado, transmitiendo una sensación de calma y fortaleza en medio de la desolación, la imagen evoca una atmósfera mística y contemplativa, recordándonos la importancia de mantener la serenidad ante los desafíos inevitables. Es un llamado a encontrar la belleza y el significado incluso en los momentos difíciles, descubriendo la paz interior en la conexión con lo divino y la aceptación de la naturaleza cíclica de la existencia.
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