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Aparece en el cuadro un niño llorando y la imagen de una mujer observándole detrás.
Hace referencia al nacimiento y al cambio profundo que conlleva el hecho de adaptarse a una situación completamente nueva, cambio brusco de temperatura, separación de la madre, sentir el peso de la gravedad......
El niño sufre, no entiende qué sucede, ha penetrado en un mundo para él nuevo que no solo cambia físicamente sino también psicológicamente regido por normas, dictaduras, encasillamientos, la INDIVIDUALIDAD empieza a ser FRENADA.
El niño se parece más a un animal que al hombre.
La palabra "hombre" (en inglés "man") viene de la raíz sanscrita man que significa MENTE.
El niño es el ENLACE entre el hombre y el animal, de hecho el niño pasa a través de todas las etapas que el hombre ha pasado a través de los tiempos.
Durante los nueve meses que el niño permanece en el vientre materno atraviesa todos los millones de años de evolución.
Empieza como un pez, tal y como empezó la vida en la tierra y poco a poco ha ido creciendo.
En los primeros años de vida se comporta como se comportaban los hombres primitivos en la época de las cavernas.
Fruto de un caos interior vive el momento presente y en él no se ven resquicios del pasado y ni mucho menos del futuro, hay una ANARQUÍA TOTAL.
Es un ser egoísta, algunos siguen manteniendo esa postura a lo largo de toda su vida, otros empiezan a tomar consciencia de que existe más gente a su alrededor.
A partir de este momento se empieza a manifestar en ellos la palabra "respeto" que significa "volver a mirar".
El ser humano entonces se vuelve colectivo, y es incluso capaz de sacrificar sus propios intereses para ayudar a los demás y así formar parte de una identidad social que "temporalmente" le servirá de referencia.
Una vez haya integrado esta postura deberá avanzar un paso más y es el de REAFIRMAR SU POSICIÓN INDIVIDUAL Y CREATIVA dentro de este marco para fluir con soltura y "navegar" independientemente, convirtiéndose además en una pieza clave de referencia para ser guía de otras personas. Solamente cundo declamamos nuestra presencia individual, podemos convertirnos en maestros para acompañar en su camino a los demás.
Los momentos de cambios fuertes mentales y físicos son necesarios para nuestra progresión espiritual. Lo mejor es ACEPTARLOS!
(M.Reverte)
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