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su rostro se convierte en el epicentro de esta celebración primaveral, marcado por los signos de la vida que brotan en cada rasgo. Rodeado de flores que estallan en una sinfonía de colores, el rostro refleja la exuberancia y vitalidad de la naturaleza en plena floración. Cada flor y cada hoja son testigos del renacimiento que la primavera trae consigo, llenando el aire con sus fragancias y pintando el paisaje con sus tonalidades vibrantes.
Su mirada se convierte en un espejo de las alegrías y los cantos de todos los seres vivos de nuestro planeta, reflejando la algarabía que impregnan el aire durante esta estación. Es un homenaje al despertar de la vida, al renacer de la naturaleza y a la promesa de nuevos comienzos que la primavera nos ofrece cada año.
Duo painting Asun Glez & Franck Sastre
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