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Esta pintura forma parte de una serie de cuadros que pretende ser, simplemente, una pequeñita muestra de la inmensidad de riqueza floral que habita en la dehesa. En la primavera, nos encontramos con esta sencilla flor, hermana de hábitat de la encina, que, por su efímera vida de tan sólo un día y dulce aroma, ha inspirado la pluma de muchos poetas: “¡oh, Blanca!, ¡luz, flor de la jara! ¡dí que eres toda para mí! Ponte de blanco, Blanca, para ver en el monte la flor de la jara”., le cantaba a esta flor Juan Ramón Jiménez. En alguna parte leí que no saber a qué huele una jara es no saber a qué huele España. Obra inspirada en fotografía original de la que desconozco el autor
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