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Podría percibirse como melancólica, sombría o incluso dolorosa; sin embargo, existe una razón profunda y personal detrás de su creación sencilla, quiza ingenua...
Comparto con ustedes un fragmento de mi historia: la vida de un artista no siempre está teñida de felicidad. No todas las obras son un reflejo de alegría, ya que cada artista lleva consigo un mundo interior, experiencias que a menudo son tristes y pesadas. Tanto artistas como no artistas, todos tenemos historias que nos marcan.
En esta pieza, he intentado plasmar una de esas experiencias personales que me han tocado vivir, transformando mi lienzo en un testimonio de la vida real, con sus altibajos, sus sombras y sus luces.
En mi ex barrio cuesta de Belén, en Cusco, residía mi abuela y viví desde la infancia con ella, mi madre se fue cuando tenía 8 años, dejándome solo con la abuela con su carácter, su idiosincrasia y su mentalidad tradicional, entonces conforme crecía debía enfrentar una serie de vicisitudes. Su hijo mayor, mi tío, un Sargento de la Guardia Civil de aquellos tiempos, solía venir desde Juliaca a cobrar su sueldo al final de cada mes, se hospedaba en su casa por tres a siete días. Durante su estancia, mi abuela, quizás confundida por su edad, solía perder dinero, lo que me sometía a mí con el tío a severos castigos inhumanos, exigiéndome la devolución o reprendiéndome por desobediencia y otros que al final todo era falso. Estos eventos me llenaban de temor, tanto que en los días de su llegada, huía a las calles, me perdía entre ellas y buscaba refugio hasta la noche, para luego encontrar un lugar donde dormir. A menudo, regresaba a la casa pero no me atrevía a tocar la puerta, paralizado por el terror. Me resignaba a intentar dormir en el callejón junto a la puerta, bajo el intenso frío de la noche cusqueña, que cortaba como mil cuchillos y hacía que las horas se sintieran eternas, esperando un amanecer que parecía no llegar. Una noche, un inquilino del primer piso me descubrió y aunque intentó despertarme con su linterna, no respondí, paralizado por el miedo. Él comentó a su esposa sobre un niño que parecía dormido, algo muy extraño, pero no insistió más y se retiró a su departamento. Así, durante muchos años, pasé algunas noches en la puerta de la casa de mi abuela, marcando una experiencia profunda en mi vida de niño.
Después de tanto tiempo, resulta complejo negar aquel pasado que, aunque triste, ha forjado la resiliencia en mi espíritu. En los momentos más difíciles cierro los ojos, miro hacia ese niño que fui y siento un impulso irrefrenable de viajar en el tiempo, levantarlo en mis brazos, abrazarlo fuertemente y susurrarle que nunca estuvo solo. Frente a las adversidades de estos tiempos, me esfuerzo cada día por ser una mejor persona; mi búsqueda constante es la de aliviar el peso emocional para hallar la paz. El arte de pintar y algunas veces cantar se ha convertido en un refugio, plasmando mis sentimientos en un lienzo, observándolo detenidamente, declarando todo mi amor incondicional. Las lágrimas me emergen al escribir estas palabras, al contemplar esa pintura y reconocer que no hay nada incorrecto, todo esta perfecto para mi, en la noche a oscuras en ese callejón con gradas, comprendo que su perfección radica en su sinceridad. Es la imagen de un niño, uno entre tantos que aún duermen en las calles, sin comprender su propósito o cómo abrazar la vida con plenitud.
Plastic Self-taught artist, a native of Cusco, Peru, dedicated to the art of painting for 20 years, whose talent took him from childhood, at first I start with the style of the Cuzco School, from there my first participation in the exposition, was in the years 1993, in a craft exhibition in the hall of the National Institute of Culture, organized by the Regional Direction of Tourism, then delved into the classic styles ... Plastic Self-taught Artist, Native of Cusco, Peru, dedicated to...
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