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El campo bravo, que tantos sacrificios y esfuerzo constantes demanda de los criadores del toro de lidia, ofrece, como compensación, imágenes tan hermosas como ésta: la de una nueva vida, una nueva esperanza, un nuevo reto. Es difícil encontrar algo más hermoso que la mirada limpia e inocente de un becerro recién nacido; pero, no olvidemos que también es sumamente frágil. Los defensores y enamorados de la Fiesta debemos poner los ojos en ayudar a proteger la cuna del toro bravo, la dehesa, como entorno y hábitat equilibrado en el que este pequeño recental esté protegido y pueda contribuir al milagro genético que es la bravura. Obra inspirada en fotografía original de la que desconozco el autor
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