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Esa noche iba y venia por la calle de aquel pueblo mexicano mientras pacientemente esperaba que ellos terminaran una última copa dentro de la cantina; lugar que visitaban con frecuencia para tratar de olvidarse de ella y encontrar un poco de alegría. Pero sabía perfectamente que cuando cada uno se encaminara a casa, se iría tras ellos y sin que lo notaran, caminaría a su lado…es mas, estaba segura que a la mañana siguiente amanecería en sus lechos, metida entre ellos y sus mujeres…y pensaba para si misma:
“Yo, jamás estaré sola, … Soy la Soledad”
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