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SIETE PIEZAS QUE PARA INSTALAR ALEATORIAMENTE. EN METAL SOLDADO, CON AREAS DE COLOR EN CELULOSA, TARBAJADO CON LA TECNICA DEL OLEO, PERMITE EL JUEGO DE LUZ Y SOMBRAS, AL DISPONERSE EN EL ESPACIO, CREAN EL EFECTO DE ESTAR FLOTANDO, SE PUEDEN INSTALAR FRENTE A UNA PARED O EN UN ESPACIO ABIERTO, PUES SU LECTURA NO SE LIMITA A UN SOLO LADO, ES UNA OBRA QUE PUEDE HABITAR EL BORDE MISMO ENTRE PINTURA Y ESCULTURA.Mis trabajos están animados por una pulsión de vuelo. Esa tendencia ascencional, ese viaje hacia lo aéreo, progresivamente se ha ido perfilando más claro y limpio. Sus piezas se van desprendiendo del peso y la gravedad matérica, de la densidad cromática y del encierro en cualquier forma estable. Son estructuras que se han construido en tanto tienden a desaparecer, se han armado al tiempo que se desarman, parece que en su propio impulso hacia la levedad han deconstruido los marcos y otros elementos de contención para convertirlos en una parte más del entramado lineal. En términos generales empiezan a devenir garabatos celestes, trazos que al despojarse de sus ropajes asumen la forma de trayectos en un espacio abierto.
El espectador –por momentos- intenta conectar los trazos en busca de alguna asociación y entonces es factible evocar los tejidos de una araña haciéndose una con el espacio, o también vislumbrar una secuencia de muecas o algo orgánico en trance de gestación. Pero, más allá de esa búsqueda de referencias, la mirada se desplaza hacia lo alto para establecer relaciones con el espacio más virtuales que reales. Al final, y felizmente, se impone el placer de las formas sin remitir a nada en particular y terminamos valorando una gesticulación sin significado, un movimiento sin destino, una danza sin nombre.
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