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Es una reproducción del cuadro de Sandro Boticelli.
Labor realizada a mano en punto de cruz. Hecha con mucho amor ya que es una de mis pasiones.
La escena describe a la diosa arribando a las costas de la isla de Citerea, en pleno mar Jónico. Hasta allí llega la divinidad empleando como medio de transporte una generosa concha que es dirigida a tierra por el viento favorable que surge de la boca de Céfiro, situado a nuestra izquierda, a quien a su vez acompaña en el vuelo su esposa Cloris, la ninfa dueña de las flores.
En una cosa se parece una diosa como Venus a los simples mortales: llega al mundo desnuda, aunque el pintor la retrata en púdica actitud, tratando de proteger con sus manos y sus largos cabellos sus senos y su pubis. En tierra ya está esperándola la propia Primavera, que se apresura a ofrecerle una túnica también cuajada de flores.
Símbolo reforzado además por la guirnalda de hojas de mirto con la que la Primavera atavía su cuello, alegoría a su vez del amor sin límite temporal, del amor eterno.
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