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MIGUEL GALANO (TAPIA DE CASARIEGO, 1956)
«Sigo siendo un pintor muy ‘negro’»
El pintor, que forma parte de la muestra ‘Las horas grises. Tres miradas’, del Museo Barjola, presenta una nueva exposición individual en Madrid
Aún suenan los ecos de su última exposición asturiana, en la galería Amaga (abril de 2005) y Miguel Galano realiza ahora dos nuevas individuales, en la sala de Caja Extremadura (Cáceres) y en la galería Utopía Parkway de Madrid. Esta última, inaugurada la semana pasada, presenta dibujos y lienzos dominados por la figuración y la poética, que se acompañan con un hermoso catálogo con versos de distintos autores.
Con la obtención, el pasado año, de dos galardones de prestigio –el Premio de Pintura de Plasencia y el Premio Caja de Extremadura–, Galano continúa brillando en el panorama nacional, al tiempo que se consolida como uno de los puntales del arte asturiano. Muy bien valorado por la crítica nacional, obtuvo antes el Premio Fundación Díaz Caneja, la Beca Endesa, la Pámpana de Plata del Certamen de Valdepeñas, el Premio Internacional de Pintura FLC y el Premio de la Junta del Principado, entre otros. Su obra se caracteriza por el intimismo y la pureza plástica, al margen de los registros paisajísticos que le definen. Se trata de una pintura que nace de muy dentro, plasmando en levedades y tonos oscuros sus distintas series temáticas, sobre superficies trabajadas e insistencias que se detienen en los rincones de la tela para extraer gestos, contrastes y sugerencias.
Galano continúa en racha, alternando excelentes exposiciones dentro y fuera de Asturias. Desde que en 1995 expuso por primera vez en una galería comercial (Vértice, de Oviedo) y en la Caja de Ahorros de Asturias, ha ido evolucionando con fuerza, sin prisa pero sin pausa. Sus últimos éxitos y el buen momento pictórico que vive no le impiden, sin embargo, continuar defendiendo la pintura del silencio y la contemplación pausada.
–Una nueva exposición en Madrid, en la galería Utopía, que sucede a la de Caja Extremadura, y una hermosa colaboración con José Ferrero y Pedro de Silva en el Museo Barjola de Gijón. ¿Miguel Galano está en racha?
–No, lo que ocurre es que han coincidido en este trimestre varias cosas y que el año pasado también fue muy movido. Pero mi actividad sigue siendo la misma; sigo pasando la mayor parte de tiempo en el estudio, a veces pintando, otras reflexionando sobre mis pinturas. Es cierto que las exposiciones, los premios... te enorgullecen mucho y te dan moral para seguir adelante, pero hay que considerarlas desde cierta lejanía, sin excesos. Olvidarse un poco de ellas y creer en el trabajo cotidiano.
–El catálogo de Utopía se nutre de poemas de distintos autores (Juan Manuel Bonet, Santos Amestoy, Enrique Andrés Ruiz, Ramón Mayrata...) inspirados en las obras de Galano. ¿Pintor poético?
–En esta ocasión ellos han realizado los poemas pensando en las piezas, con resultados sorprendentes. Hace unos meses, en mi exposición en la galería Amaga de Avilés, también incluimos una selección de poemas que, al contrario, fueron escritos antes de ver mis obras. Es una relación muy bonita, pintura y poesía, que me interesa mucho. Es posible que esas brumas norteñas y septrentionales, la nostalgia y la melancolía que los escritores advierten en mis obras ayuden a esa especie de milagro porque, como te decía entonces, palabra e imagen son el mismo aire para representar a esos registros que nos hacen presa de lo mismo.
–Sin embargo, no son obras que buscan la soledad, sino que responden a una actitud vital, casi autobiográfica...
–Es cierto, no se busca pretendidamente una ‘soledad’, sino que está presente. Creo que habría que hablar del interior y el exterior de cada cuadro. En el aspecto formal, exterior, mis últimos trabajos proyectan una figuración más dibujada, con paisajes que el público parece apreciar con facilidad. Antes, en cambio, pintaba escenas más oscuras, donde había que adivinar esas formas que existían igualmente. Pero en el interior, los intereses son siempre los mismos. Sigo siendo un pintor muy ‘negro’ y respondiendo a estados emocionales. Cada uno pinta como es. Se trata de una devoción muy razonada. En el fondo, creo que los cuadros se parecen cada vez más a mí, y eso me gusta.
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