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Creación digital acompañada de la segunda y última parte del cuento corto denominado "Una experiencia de Milagros" (recordamos que la obra digital es independiente al contenido del cuento.
UNA EXPERIENCIA DE MILAGROS
(segunda y última parte) continuación…
Delante de nosotros, algo con la forma de un enorme plato que giraba sobre sí mismo y del que se desprendían incontables haces multicolores de una luminosidad hiriente, se detenía bloqueándonos el paso. De él emergían tres pequeñas figuras de no más de un metro y medio de altura, su forma era casi humanoide, pero eran resplandecientes, sin cabello, con un sólo ojo central, y su cuerpo era una continua masa gelatinosa y transparente. Emitían sonidos guturales que no entendíamos, y de sus manos, se desprendían rayos luminosos que nos impedían movernos y ni tan siquiera hablar. Todo en mí temblaba, más aún cuando comprobé que era una de las tres personas elegidas por esos extraños seres, para ser llevadas a su inmensa y desconocida nave. Intenté resistirme, pero fue en vano. A poco, me encontraba junto a mis dos compañeros, en el interior de la nave. Nos ubicaron acostados en sendas camillas formadas por un reluciente metal y contenidos por tres cinturones luminosos que pasaban sobre nuestro pecho, caderas y piernas. Aún no podíamos hablar, y sólo comenzamos a entender la lengua de esos seres, cuando nos colocaron una especie de vincha alrededor de nuestra cabeza. Recién entonces entendimos lo que nos decían: “No teman, venimos de un planeta muy alejado y sólo les estudiaremos para conocer cómo funcionan. No les haremos daño y no sufrirán ningún dolor”. Aún en esa atmósfera de desconcierto y de miedo, no pude reprimir mi curiosidad y les pregunté: “¿qué ha sucedido con el resto de los ocupantes del colectivo?” Enseguida me contestaron: “todos están bien, sólo que se encuentran en una situación de detenidos en el tiempo y sin memoria. Cuando hayamos terminado con ustedes, todos retomarán el viaje desde el mismo lugar en que deberían de ir si no los hubiéramos encontrado. Por supuesto que nadie recordará nada”. Seguidamente, nos sacaron esa especie de vincha que permitía comunicarnos, y comenzaron una serie de manipulaciones con extraños aparatos en nuestro cuerpo, que me parecieron interminables. Una larga aguja que ingresaban a nuestro interior, justamente por el ombligo, una pinza muy fina y larga que introducían por nuestra nariz, espátulas luminosas que ingresaban a nuestro cuerpo por distintos lugares de nuestra piel, minúsculas cámaras que introducían en nuestra boca para recorrernos internamente, y toda una serie de manipulaciones totalmente desconocidas.
El tiempo pasó lento pero inexorable. Cuando por fin pareció que todo había acabado, observé que esos pequeños seres se reunían para estudiar los resultados. No escuchaba sonido alguno, pero podía ver como el haz luminoso que rodeaba a cada uno de ellos, por momentos se achicaba o agrandaba, cambiando de tonalidad, como si esa modificación fuera en realidad, una forma de comunicación entre ellos. Estuvieron por un extenso tiempo en esa actitud y finalizada la misma, todos menos uno se retiraron del lugar en que se encontraban. El que quedó, se aproximó a mí y pude apreciar que desde su único ojo central, emanaba una clara lágrima que descendía recorriendo todo su cuerpo; simultáneamente, su luminosidad se hizo más intensa que nunca y de una tonalidad nítidamente morada. En tal situación, nada bueno podía yo imaginar. Esa presunción se confirmó cuando ese mismo ser me volvió a colocar la vincha de comunicación y me explicó que debido a los resultados por ellos obtenidos, comprobaron que yo tenía la especial cualidad de no olvidar lo que me estaba sucediendo. Eso hacía que no me pudieran dejar en libertad y que lamentablemente para mí, debía de acompañarlos hasta su propio planeta. Mi sorpresa y mi pavor fueron inconmensurables, traté de gritar con todas mis fuerzas y forcejeé inútilmente para liberarme. Mi corazón se desgarraba de dolor cuando vi que mis dos compañeros eran llevados nuevamente hacia el ómnibus, mientras que yo permanecía en la misma camilla, en la que continuarían estudios más profundos, a la vez que la nave emprendiera el viaje de regreso a su mundo.
Desde mi propia ubicación, pude observar cómo el colectivo era alzado como una pluma muy liviana, contenido en un gran haz luminoso que emanaba de la propia nave y cómo ésta lo transportaba a velocidad vertiginosa por la línea de la misma ruta que debió haber transitado. Poco tiempo después, en un punto determinado que no pude reconocer, el colectivo era depositado suavemente sobre la ruta, y éste, reanudaba su marcha como si nada hubiera pasado, sin que nadie recordara que en un inicio del viaje había subido una pasajera que ahora ya no se encontraba formando parte del mismo.
Vi al autobús perderse en la lejanía, mientras que yo me quedaba a merced de esos extraños seres, distante e incomunicada de mi querido planeta y de mis sueños de encontrar la tan anhelada felicidad.
Mi completa desesperación no pudo ser contenida, y en ciclópeo esfuerzo traté de desprenderme de esos cinturones que me sujetaban en la camilla. Mis ansias, mi furia, mi desesperación y principalmente mi terror, alcanzó a tal magnitud, que sorpresivamente los cinturones de contención comenzaron a ceder, ya estaba a punto de poder soltarme cuando una mano se me apoyó fuertemente en mi hombro y me impidió incorporarme. Yo traté de liberarme sacudiéndome más y más fuerte, pero la presión sobre el hombro era cada vez mayor, hasta que por fin pude oír claramente:…
“Por favor señorita, despierte, hemos llegado a su destino, la cabecera sur del puente sobre el Río Negro y hay un caballero que la está esperando”…
Sorprendida, abrí muy lentamente mis ojos, para ver que detrás del guarda que me estaba hablando, había una cara muy sonriente y feliz, que, alcanzándome un hermoso ramo de rosas rojas, me decía:
HOLA MILAGROS, YO SOY JORGE, ¡¡BIENVENIDA AL URUGUAY, A LA CIUDAD DE MERCEDES Y MUCHO MÁS, A MI VIDA Y A MI CORAZÓN!!
Jorge Verde.
Prof. Jorge vital Curriculum Green and his work
Birth
Prof., George Washington Green Ramos was born on July 30, 1951, in the city of Mercedes, capital of the Department of Soriano in the Oriental Republic of Uruguay, South America.
Top studies
His first 15 years of life, while he attended primary and secondary education, highlighted by its ability for...
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