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ONOSONORO.
La diversidad cultural y biológica del trópico caribeño proporciona una rica gama de elementos para ser reinterpretados por las artes en cualquiera de sus expresiones. Es un espacio cargado de encuentros y desencuentros a lo largo de la historia que nos ha dejado como resultado una riqueza cromática y rítmica. De aquí se deriva el estudio que ha venido realizando el artista venezolano Onofre Frías en los últimos 20 años. Se trata de interpretar la relación entre cultura popular + flora + música del caribe, para luego traducirla en un lenguaje visual que dialogue con el arte contemporáneo. Este proceso creativo lo condujo por múltiples etapas donde las formas y ritmos son el hilo conductor hasta llegar a la presente propuesta expositiva denominada ONOSONORO. En el transcurso de estas líneas haremos un recorrido por sus ideas estéticas y su producción plástica, veremos cómo el planteamiento artístico de Onofre se va transformando, sin perder su esencia.
ONOSONORO es una propuesta etnoplástica donde se fusionan los colores, sonidos y expresiones celebrativas que están presentes en América Latina y muy particularmente en el caribe, producto de nuestra hibridación cultural. Simultáneamente, las obras armonizan estas ideas con múltiples tendencia dentro y fuera de las artes plásticas. Aquí el artista se niega a refugiarse en un pasado tradicional como único medio para la creación plástica. Por ello, las obras que componen esta muestra sintetizan un largo proceso de investigación estética que no se circunscribe al desarrollo de una técnica pictórica personal, sino que indagan en los ritmos musicales tradicionales y contemporáneos, cuyos orígenes o componentes tienen fuerte carácter étnico.
De esta manera, Onofre Frías crea una polirítmica visual que busca integrar la belleza de la flora tropical, la sonoridad de los ritmos afrocaribeños; el colorido del trópico y la fuerza de la gestualidad pictórica, hasta llegar a lo que el artista ha llamado Trópico Puro. Sus obras son una explosión floral que mueve los sentidos y nos conecta con nuestros sentimientos e identidad. No se trata de describir la naturaleza, sino de recrear la complejidad de un territorio. Para Onofre, en estas obras nace una nueva especie de planta, a partir de la naturaleza del arte. Una especie de flora que sintetiza el esplendor de la cultura caribeña y su ambiente; la cual podría tener una taxonomía.
De la conciencia a la polirítmica
A finales del siglo XX Onofre Frías se encontraba explorando la espiritualidad que encierra algunas de nuestras creencias y tradiciones. Indagaba en torno a los colores, sonidos y celebraciones populares que involucran la expresividad corporal y rituales mágicos-religiosos (Velorios de cruz, tambores, ofrendas, entre otras); así como ritmos musicales como el jazz o el soul. Muchos de estos componentes han estado presentes en las distintas etapas, construyendo una propuesta de fusión cada vez más consolidada. Es así como a finales de los años 90 surge Flores del Alma donde explora lo espiritual y mágico detrás de una ofrenda. Se reinterpreta un estado de tranquilidad que subyace durante el acto de la ofrenda. Es darle forma a la inagotable capacidad de amar del Hombre, en su sentido más amplio, a través de un ramillete de flores. Cada ramillete es un signo de lo sagrado y de lo religioso, es la fusión entre lo terrenal y lo divino, lo visible y lo invisible, lo profano y lo sacro. Por otra parte, esta etapa se caracterizó por el desarrollo de su técnica pictórica donde se interviene la tela con grandes pinceladas que sugieren formas de flores, como: Calas, Cayenas, Capachos, Novios, Bromelias, Lilas, Petunias, Orquídeas, todas ella empleadas en la ofrendas. Luego cubre la pintura con seda que le permite lograr transparencias y blancos inusitados. Sobre esta doble superficie, trabaja las imágenes desde adentro hacia fuera, proyectando el esplendor del color.
Luego indagó en el mundo mágico de las creencias y los actos de “ligar” (término popular venezolano que indica rituales para lograr un deseo o buenos augurios, tales como: oraciones a una deidad, ofrendas, gestos corporales, entre otros), esta etapa se llamó Injertos del Alma. En la cual trabajó elementos de la ritualidad, la música y las supersticiones, característico de nuestra diversidad cultural. En estas obras Onofre Frías experimentó con el cruce de lenguajes, entre la realidad y la representación de la misma; para ello empleo flores y formas simbólicas. Se trataba de fusionar aspectos de la cultura popular con una simbología contemporánea y dar una lectura sensorial de estas expresiones, sin describirlas o narrarlas.
Este proceso de fusión de la cultura, la geografía tropical y las manifestaciones musicales lo condujo a analizar la percepción de los sentidos y cómo estos se entrecruzan, pues la vista oye y saborea antes que los demás; esta idea es la base de lo que el artista ha llamado Música Visual. Esta etapa, denominada Caribbean Full Color, es una propuesta que busca expresar los ritmos, sabores y olores de nuestra cultura caribeña, que en definitiva es nuestra esencia y define nuestra manera de ver la vida. Aquí las flores continúan siendo un actor principal y como tal el artista las modela, las recompone, las niega. Sus flores forma parte de la ritualidad, ellas representan a las deidades, los santos, el afecto; pero también se vuelven sonido, partitura. Las flores le permiten a Onofre Frías “abordar el estereotipo del trópico, de nuestro colorido interno”. Caribbean Full Color busca elevar nuestros valores culturales a un planteamiento contemporáneo, basado en un proceso de investigación etnoplástica que viene trabajando los diversos aspectos culturales que nos definen como latinoamericanos y caribeños.
Finalmente, Onofre Frías ha logrado sintetizar este proceso creativo en su actual etapa, denominada Trópico Puro. En la cual se busca el goce visual a través de la intensidad de lumínica del color y lo lúdico orgánico de las formas, como una sonoridad visual que seduce a la vista. Donde se conjugan los tres elementos principales de su obra: flora, música y color; para presentar una propuesta polirítmica. Aquí emplea la flora que le rodea, tales como: heliconia, bromelia, cayenas y la familia de los platanillos (Aves del Paraíso); los ritmos musicales del caribe (lambada, calipso, samba o salsa) y el uso de colores puros y fuertemente contrastantes. Estos elementos son la base para la creación libre de nuevas especies florales que protagonizan la serie Floris Karibius. Es así como surge ONOSONORO como una propuesta curatorial donde notas y acordes visuales estallan en un concierto de sensaciones, una degustación de colores que seducen los sentidos.
Zaida García Valecillo. 2015
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