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Ojalata. Es rarísimo darme cuenta que lo que me impulsaba a escribir estos textos tan locos y racionales para mi entorno (códigos de original) era la ira revolucionada en mi corazón. Estar en paz es bueno o simplemente es aburrido?
Mucha gente suele tener experiencias de tipo pacifista y me llama mucho la atención que estos actos se comentan a beneficio propio sin un fin lucrativo ni social ni nada. Todavía no conozco mi personaje filosófico pacifista redentor. Pero se que no necesita florecer porque no estoy enojada.
La ira es la venganza de los débiles, la salsa del canelón, la delicia de una tormenta en mi quincho. El humo de la cerveza de ale y el del cerebro que explota, cargado de información.
La ira le da confianza al caníbal y nos persigue desde zona sur hasta la entrada de la cancha. El baile es un fracaso y los exámenes de sangre se hacen de forma efímera. Todos los que hicieron la cola, y el examen, reciben un sello de tatú hecho por sus mismos dueños. La tinta se corre por el viento, evidenciando la cagada que representa. Las hebras de cagazo y ansiedad implotan en un cuerpo, o varios, y no queda otra salida que enojarse con el resto. Yo no tengo la culpa de tener suerte, pero la tengo. Un ojete de la puta madre, y no me quiero quemar asique lo digo una sola vez.
Las cosas que pueden llegar a desvanecer la ira de manera temporal son imágenes anti-cruda como un caballito de mar preñado (A?) o un nenito cagandose de la risa. Unos viejos enamorados o un paty que comés en el pulpito con tus amigos a las 7 de la mañana. Una tuca olvidad en el bolsillo o que te elogien el perfume.
Tantas cosas.
Puntos suspensivos.
La escritora se hace la misteriosa y se toma el palo.
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