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En soporte de contrachapado, de 100 x 100 cm. esta obra de técnica mixta habla de la apariencia. La textura simulando un muro, simboliza la superficialidad del ser humano, la cara que ofrecemos al mundo ocultando lo primigenio, la visceralidad, los sentimientos y los estados del ser.
En una composición equilibrada, casi Zen. El centro se ilumina, como una radiografía, intentando atisbar factores íntimos de la personalidad que la piel (la superficie) no permite apreciar.
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