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Una antigua leyenda tibetana habla de la visita y estancia en el Tíbet de un sabio, un hombre singular, originario de tierras del oeste que convivió con ellos durante un tiempo determinado. Se llamaba o le llamaron Issa y hay quien adivina en los detalles que cuentan de él que pudiera tratarse de Jesús el nazareno que viajó a esas tierras, durante el episodio de 40 días que el evangelio dice que vivió en el desierto. El cuadro expresa la visión del joven Issa del ineludible desenlace de su vida. Óleo sobre lienzo.
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