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Es una pieza única, una obra artesanal elaborada a mano, que proviene de mi conciencia propia, pero también de mi cultura shipiba, de su cosmovisión. Esta inspirada de las visiones del ayahuasca, planta medicinal alucinógena, usada por los shamanes para curar las enfermedades psicológicas, las dependencias a las drogas y a los vicios.
La serpiente, protagonista principal de las visiones, proviene el conocimientos del ayahuasca. De su belleza corporal proviene la belleza de las colores. En este cuadro se transmite el mensaje que todos provenimos de un solo punto, y nos deja entender que todos somos iguales en el genero de la naturaleza.
El ojo de la conciencia, el que ve todo, se activa en la persona quien toma el ayahuasca, y que puede verse a si mismo.
El shaman es el que conduce en este viaje al astral, el que posee el pájaro del conocimiento de la planta y que tiene las llaves de cada puerta del astral.
La naturaleza esta representado en el agua, en los árboles, en las aguas, en el paisaje…
Las colores son vivas y brillantes (azul, verde, amarillo, rojo) porque así son las visiones.
Se podría describir este cuadro como arte místico contemporáneo. Estar en contacto con la pintura shipibo, es entrar en un mundo paralelo en el que la naturaleza nos transmite, mediante un lenguaje especial, su colorido, belleza, diversidad y sabiduría. Esta pintura esta en sintonía con los Icaros shamanicos que nos traza el sendero para entrar a este universo paralelo.
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