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Desde hace mucho tiempo que tienen esta casa, fue de sus padres, ahora es de ellos.
Los mismos cuadros que recuerdo de pequeño se conservan gloriosos en este sitio de la comida y de la fiesta. Creo que se olvidaron que vendría, la comida esta medio servida, los juguetes dejados en libertad por un momento, la televisión encendida y uno cigarrillos consumiéndose junto con mi espera de poder estar con ellos y ladrar.
¿Del por que estoy adentro y no detrás de la puerta?, és simple, en su casa, al igual que otras, carece de privacidad, debido a un cinismo traído desde el tiempo del viejo Diógenes.
Recorro el living de la casa, recordando la infancia. Conocía la historia de cada objeto que se asomaba; el cuadro grande, de estilo clásico, resaltando el tema de la fiesta dentro de esta sociedad enmalezca, que brinda a toda hora, ya sea mañana, tarde o cena. El cuadro sub-realista, destapando los instintos al momento del cortejo. No son bellas doncellas, sino extractos de la esencia misma de lo pasional y no de suavemente sentimental. Una invitación al exhibicionismo por parte con la entrega del collar de ojos, desata el lívido de nuestro personaje que se entrega al encanto ominoso de estos seres ninfaticos, en donde el árbol representa su erección y la fruta celeste, comulga con significado de la misma excitación, en donde el color anuncia el carácter de libertad dentro del tema del sexo para con los cinocéfalos.
El otro cuadro colorido es un retrato entre el estilo cubista y la sicodélica, en donde el aullido de un hombre perro se despedaza jugando con la música de lo colores y la carne, común en el diario vivir de mis amigos, la cual se retuerce entre este cuerpo armado por planos de colores.
Una galería de fotos antigua concentra momentos especiales y destaca parientes connotados dentro de esta especie que vive en el mundo de los rococos dentro de una precariedad incipiente.
Su ultima adquisición, fue la de un a serigrafía que alude a la encarnación del lado mas oscuro del reaccionar perruno, que se refiere al impulso de la supervivencia, un asunto en el que hay que matar como único camino.
Esta gente ya no vendrá, deben haber sentido algún aroma a comida, o quizás fue un impulso por conseguir un orgasmo o tal vez un simple juego. Yo seguiré mi camino, donde los tenedores y las ataduras son habituales dejando al instinto extinto.
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