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Para los antiguos, la escalera era símbolo de ascensión, de conexión con los tres mundos. Yo hablo de una ascensión espiritual utilizando esa imagen. La libélula contrapone dos naturalezas, la humana y la animal. Ella tiene la capacidad de ascender físicamente por su naturaleza, mientras que para nosotros es una limitación física, pero podemos ascender espiritualmente, cosa que no puede hace el animal.
Hay personas que ascienden como los animales, en dinero, imagen, poder, pasando por encima de los demás y de sí mismos, de su humanidad. Hay un ascenso que sólo se logra con la ascética, con esfuerzo, y que genera plenitud, armonía, que humaniza.
En esto se debate mi trabajo, entre poder y límite, ascenso y descenso, vida y muerte.
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