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Se Trabaja una técnica de alto y bajo relieve en cartón paja y finalizado a color “vinilo”.
Planteado así:
En primer plano, la primera base de la flor del loto a partir del círculo, con 8 pétalos puesto que el loto fue símbolo de la presencia de Dios en la materia. El cielo en la tierra. “Soy como el loto, resplandezco en la Pureza” dice el Iniciado egipcio. Y es que el loto también significa el corazón sin mancha. Plegadas sus hojas la forma del loto nos recuerda a la del corazón y a la pirámide, su imagen geométrica. Ambos representan al Universo como morada de Dios. Y Plutarco, el sacerdote de Apolo, dice haber aprendido de los sabios egipcios que el loto de hojas redondeadas es el símbolo del Cosmos.
PUNDARIKA es el loto blanco de ocho pétalos, símbolo de la perfección mental y espiritual. Este loto tiene tantos pétalos como las ocho direcciones del espacio, los ocho puntos cardinales o los ocho elefantes de la cosmogonía hindú.
Esta obra la he realizado en gran parte basándome en una deidad hindú;
EL DIOS VISNÚ Protector y restaurador.
dios de los vaishnavas; pueblos que conforman el vaishnavismo, término que agrupa la amplia variedad de creencias y prácticas religiosas de aquellos devotos dentro del hinduismo, conocidos de forma global como vaishnavas, que consideran a VISNÚ la deidad suprema.
Cabe aclarar que el vaishnavismo es la religión hindú más practicada.
Teniendo claro esto y que me he basado en lo concerniente al numero ocho destaco que el octavo avatar del DIOS VISNÚ fue Krishna, (el amante) Este en particular, se convirtió en el foco de diversos movimientos devotos o bhakti, que representan a VISNÚ entre sus devotos como un dios que ama y a su vez es amado.
La causa octava es el poder, la capacidad de controlar y organizar el entorno, la materia y transformarla en función de los propios intereses, este número representa la justicia de un orden determinado. Es número asociado a la ley de la causa y efecto y al eterno retorno, simboliza las limitaciones a las que nos somete el tiempo, pero también su naturaleza infinita.
Bueno aquí hay mucho para hablar sobre todo esta maravillosa cultura, que es tan apasionante intentar fusionar todos estos conceptos, creencias e historias que aun siguen vivas y que en un principio fueron a mi calificativo como una base numérica hacia lo espiritual.
La otra parte la basé en los conceptos de mandala y de pagoda, plasmando así toda esa infinita riqueza que a través de la historia a invadido esas mentes brillantes de tan grandes artistas y matemáticos y he querido fusionar y mostrar todo lo anterior en dos piezas comunicadas entre si; conservando de principio a fin los esquemas y formas característicos de la arquitectura hindú.
También he planteado un cienetismo por medio del color trabajando complementarios directos; los cual nos da mas profundidad, movimiento y buscamos nuevas formas a través del color.
La civilización del Valle del Indo llegó a alcanzar un altísimo grado de conocimiento matemático; así mismo incorporaban a la arquitectura ciertos números considerados como mágicos, estos números tenían por finalidad propiciar una relación favorable entre la obra a empezar y el resto del mundo, incluidos los dioses. Las ecuaciones se aplicaban al ancho, longitud, y perímetro del edificio, determinando así sus medidas. También existían expresiones matemáticas para calcular el día propicio para el inicio de la edificación.
En estas ecuaciones ingresaban números que simbolizaban las ocho orientaciones cardinales, los ocho planetas y otros como los signos zodiacales, la duración del mes y de la semana, etc.
Dicha resolución constituía la primera fase de la construcción del templo.
Los hindúes cuentan ocho planetas: el sol, la luna, los cinco planetas conocidos y Rahu, el astro oscuro de los eclipses; cada uno corresponde a las ocho direcciones del espacio.
La segunda fase, era el trazado de la planta. Este trazado seguía reglas geométricas muy estrictas, asociadas siempre a la simbología religiosa. El primer paso era delinear la mandala. La mandala es el principio estructurador tanto del templo como de la ciudad.
Es una estructura concéntrica, que sugiere el pasaje de estado en estado, desde lo material alo espiritual. Es emblema del COSMOS, e instrumento para alcanzar el más alto grado de concentración en la meditación. La planta de todo templo hindú es, esencialmente, una mandala de forma cuadrada, orientada según los puntos cardinales. Por otro lado, para el constructor hindú las formas geométricas llevaban asociadas un símbolo. El cuadrado simbolizaba la forma perfecta, estática, el absoluto, manifestación del principio supremo de todas las cosas, es el triunfo del orden sobre el caos. Por lo tanto el trazado de las plantas de los templos, al obedecer al cuadrado, era al mismo tiempo el símbolo del triunfo del orden sobre el caos, y la representación de la mandala.
Al igual empleo el círculo, que simboliza lo cíclico, el movimiento, lo que muta o varía; por lo tanto, se vincula al mundo terrenal. De esta manera, en el trazado de la planta del templo, al incluir tanto el cuadrado como el círculo, simbólicamente el mundo celeste y el terrestre se encontraban y fundían:
"...Cada templo... era un axis mundi, un centro sagrado en el que el mundo celeste, el terrestre y aún el inferior, se encontraban...
En sentido propio los mandala son reproducciones espirituales del orden del mundo, a menudo combinadas con elementos derivados del cuadrado.
La dirección hacia un centro tiende hacia la concentración y la meditación, en el centro del mandala, según la doctrina y el grado de iniciación, se encuentran diversos símbolos. Como ayudas para la meditación, estas imágenes de mandalas se designan con el nombre sánscrito de yantras.
Y por ultimo un pequeño concepto de Pagoda.
Se llaman pagodas a los templos indios fabricados con materiales de piedra y en forma escalonada, la cual resulta de la superposición de varios cuerpos en magnitud decreciente ya sean rectangulares, circulares u oblongos. Llevan exteriormente infinidad de nichos, con estatuas o ídolos y coronan los pisos diferentes cúpulas o remates. Una multitud de pórticos, formados por numerosas columnas con sus arquitrabes o arcos, sostienen el edificio por la parte baja e interior y en el centro de todo el conjunto se halla el santuario con el ídolo principal de la pagoda. Por lo general, en tales elementos arquitectónicos existe gran diferencia de proporciones y asimetría y en el número de cada grupo se atiende sobre todo, al simbolismo según la mitología y la filosofía brahmánicas. Así, por ejemplo se puede dar que el santuario interior de una pagoda esté sostenido por dieciocho pilastras en memoria de los dieciocho poemas sagrados o Puranas, que su techo esté formado por sesenta y cuatro vigas en recuerdo de los sesenta y cuatro oficios brahmánicos, que lo adornen nueve globos de oro significando las nueve encarnaciones de la divinidad y que el pórtico del santuario esté soportado por cinco pilares simbolizando los cinco elementos de la tierra.
Los ocho pilares o columnas que rodean la obra es en símbolo a los ocho planetas y al universo que gira en torno del Dios Visnú, por esto Visnú aparece en el centro de las dos piezas sentado sobre shesha.
Todo lo anterior surge en esta obra mostrando de la manera más racional y física ese profundo plano abstracto concebido por la infinidad de conceptos que por fortuna he leído.
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