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Zona Río Verde
La zona comprende el extremo noroeste de Querétaro, en el actual municipio de Arroyo Seco y su nombre debe a los grupos que se asentaron cerda del poblado de Río Verde en el estado de San Luis Potosí entre los siglos IV y XII de nuestra era y que penetran en esta porción de la sierra queretana en esta época.
Esta vertiente cultural en Querétaro incorpora alrededor de cien poblados que van desde lugares de tres o cuatro casas, aldeas de treinta a setenta viviendas con una plaza y casas, aldeas de treinta a setenta viviendas con una plaza y templo central, hasta un poblado de grandes dimensiones, conocido como San Rafael, que se ubica en la frontera de Querétaro y San Luis Potosí y que incorpora unas 280 construcciones, integrado una sucesión de conjuntos arquitectónicos que delimitan patios y plazas con basamentos arquitectónicos que delimitan patios y plazas con basamentos piramidales, extenso sitio que incluye cuatro juegos de pelota. En cuanto a las aldeas menores, podemos mencionar sitios como Concá, Las Trancas, o Plan de las colmenas.
Estos asentamientos se encuentran emplazados en tierras bajas, buscando el piso de los valles o el pie de monte, sobre terrenos planos y cerca de los ríos. La técnica constructiva incorpora la piedra de río y los bloques de tepetate para formar plataformas y levantar los muros de sus edificios, acabados en estuco. Las habitaciones son de planta rectangular, con las esquinas redondeadas, y algunas se distribuyen formando óvalos, característicos de su patrón de asentamiento.
La investigación arqueológica en esta parte de la sierra queretana es muy reciente. Los resultados obtenidos hasta el momento nos permiten inferir que se trata de pueblos agrícolas cuya penetración hacia este rincón de la sierra obedece a la disponibilidad de sus recursos mineros. Aunque muestran algunos rasgos culturales propios de la Huasteca, como es el aprecio por las conchas de mar, sus vínculos inmediatos económicos y políticos se hacia Río Verde, San Luis Potosí.
Zona Serrana
En la porción sur de la Sierra Gorda, ocupando las partes altas y boscosas de los macizos de El Doctor y San Joaquín, se establecieron los pueblos que hemos identificado como serranos. En esta zona se ha desarrollado la mayor cantidad de exploraciones arqueológicas, ello debido a que sus dos centros más representativos: Ranas y Toluquilla, desde el siglo pasado fueron visualizados como ciudades prehispánicas.
En la zona se han localizado alrededor de cien asentamientos de distinto tamaño, que tuvieron en la mancuerna Ranas-Toluquilla su centro político y cuya dinámica económica giraba en torno de la minería y de los intercambios asociados con ella, complementados con la agricultura del maíz y otros cultivos de temporal.
El cinabrio o sulfuro de mercurio fue el principal producto minero de la región en tiempos prehispánicos, puesto que era muy cotizado entre los pueblos mesoamericanos, debido a que su coloración roja era asociada con los símbolos de la vida.
Ranas y Toluquilla se caracterizan por su traza planificada y regular, que gira alrededor de los juegos de pelota, en torno de los cuales se establecen plataformas, basamentos piramidales y habitaciones, edificadas con piedra caliza. Dado que estos centros están emplazados en montañas, el terreno se modela o asegura a base de terrazas y plataformas de nivelación.
En el área se han encontrado esculturas en forma de yugo, muy comunes en la cultura huasteca, así como efigies representativas de deidades como Huehueteotl, Quetzalcóatl, el Tajín y la Huasteca. Los vestigios más antiguos de doblamiento estable datan del siglo III de nuestra era y provienen del sitio de Ranas, centro que mantuvo ocupación hasta el siglo XI.
Zona Huasteca
Esta zona se ubica en el extremo noreste de Querétaro, desde Jalpan y hasta los límites de la entidad, conectando con las huastecas potosina e hidalguense. En el área se estima la presencia de unos 250 pueblos de mediano tamaño, sin que hasta el momento se tenga conocimiento de algún sitio de mayores dimensiones. Algunos sitios relevantes son: Quirambal, Epazotes Grandes, Tancoyol, Tonatico, Agua Zarca y El Lobo, por mencionar sólo algunos.
Estos pueblos eran esencialmente mineros y manifiestan en mayor medida la influencia huasteca, de modo que podemos suponer que se trata de grupos serranos emparentados con esa región, que se instalaron en los valles intermontanos y en las laderas medias a modo de estar en condiciones de acceder tanto al agua como al recurso minero. Se ha identificado actividad minera en el área desde el siglo primero de nuestra era.
Los sitios huastecos son cronológicamente contemporáneos a los sitios serranos, pero presentan algunas características que los distinguen. No se encuentra la misma abundancia de juegos de pelota y éstos no constituyen el eje del asentamiento. Los poblados están emplazados en torno de plazas y, aunque guardan una distribución semejante a los sitios serranos, mantienen algunos patrones arquitectónicos distintos, con un uso mayor de estructuras circulares y semicirculares. La piedra caliza es también el principal material de las construcciones.
En esta zona es donde se hace más patente la presencia de las cuturas del Golfo, lo que se observa en la abundancia de estructuras de piedra en forma de yugos, palmas y hachas, así como figuras con tocados cónicos, propias de la cultura huasteca.
Desafortunadamente la investigación sistemática en la zona es aún escasa y la mayor parte de los objetos conocidos proceden de colecciones particulares o de hallazgos ocasionales, por lo que gran parte de la información de contexto se desconoce.
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