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Crítica realizada por Eva Magallanes, crítica de arte. Chilena, licenciada en teoría, estética e historia del arte a las obra \"Reencuentro I Y II\" en el blog
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La Abstracción posee en si misma un potencial poético poderoso. En estas propuestas de Liliana Esperanza dicha potencia se concreta en el juego plástico de las formas circulares y orbiculares que se intersectan en busca de un cuerpo que las signifique; un reencuentro con una nueva génesis -cósmica y humana-, a escala infinita a la vez que íntima e interior pues es ésta, posible poesía del universo, posible poesía embrionaria como también posible poema de la emoción. Estas esferas o células o partículas gaseosas o etéreas deambulan por tonalidades que purifican y transforman; colores que parecen haber sido expurgados, un ambiente visual que apela a la ambigüedad de un proceso en gestación, a su fuente bautismal que nos sitúa en lo que se hace y se deshace, una estética orgánica, biológica, química y alquímica, de enzimas y fluidos, un magma originario donde los estados se fusionan en una metamorfosis que fluye hacia alguna materia más definitiva.
El trabajo que la artista realiza con sus materiales: acrílico y óleo, genera una suerte de suplantación de técnicas ya que se obtiene un efecto acuarela de gamas diluidas, livianas, traslúcidas e iluminadas, en concordancia con las formas: buscando y mutando, camino al Ser.
Estas Obras se plantean como un díptico y la conexión entre ambas es evidente, sin embargo, también salta a la vista que en la segunda versión no sólo hay un cambio en cuanto al cromatismo, que viene a ser una diferencia necesaria en función de contrastes y equilibrios visuales, un ajuste que persigue dialogo y contrapunto entre las partes y que se rige también por el deseo ornamental que la pintura también tiene. Mas, en rigor, es una distinción accesoria. La diferenciación substancial radica en la factura que aquí es más osada en cuanto a extrapolar la transfiguración de las formas, incorporando un chorreado que agrega significancia no tan sólo en lo formal si no también en el contenido. Es un verter, un gotear que adiciona al caos, al error, a la imperfección (la antiacademia, la subversión de la tradición) como integrante del quehacer plástico y de la creación toda, incluida la divina.
Un reencuentro fructífero que posibilita muchas elucubraciones y que permite ante todo la pura contemplación y su gozo.
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