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Titulo, Caprichos de la naturaleza
Autor S. Morillo. de España
Obra donada ArtSAlud para ayudar con sus beneficios al cáncer de mama.
Poema.
El olor de un alma nacida
Sólo hay una forma de describir el olor de un recién nacido, en el regazo de su madre, aturdida por el esfuerzo del alumbramiento. No se puede comparar con nada; es única y exclusivamente el olor de un recién nacido.
Sólo hay una manera de describir la fragancia de un nuevo cuerpo solemnizado por un alma llena de brío e ilusión. ¡Qué sorpresa para una madre, y qué complacencia también, el poder oler el primer aroma de su hijo primerizo! En su esencia está el amor de la que ha ansiado desde el primer sueño de adolescencia, tenerlo entre sus brazos. Un deseo dorado que un día parecía inalcanzable, se ha hecho al fin realidad.
Sin embargo, los sentidos nos regalan algo más que el nacimiento de un ser puro, carente de juicios y vivo de intuición. Porque el recién nacido nos da su suavidad, nos devuelve el olfato, nos presenta su rostro, nos bendice con su aliento, nos presta su atención a cada segundo, nos ofrece su ternura y toda su vitalidad, que parece concentrada en la fuerza de sus pequeños dedos. Nada más y nada menos, su vida en nuestras manos.
Ese primer encuentro entre dos seres que se conocen desde hace tan solo unos meses, quizás más, es la magia indescriptible, que sólo dos viven en sigilo; secreto de naturaleza. Aunque se esfuerce, el observador no puede entender el misterio de los sentimientos de ambos. Ni siquiera ellos mismos, saben muy bien qué ocurre. Simplemente viven con reserva la virtud de ser uno, en dos cuerpos, envueltos con el resplandor de la inocencia.
Hijo mío: me deleitaste y me deleitarás con los efluvios sagrados de toda tu aura. Desprenderás siempre sutilezas blancas y luminosas, para mí. Por eso desisto finalmente en mi esfuerzo de describirte, no sin añadir antes, y por último, que hueles a fina esperanza. Y que tu dulce piel exhala humildemente, la frescura del amor que me das desde siempre.
Solamente con eso, conservo un recuerdo de felicidad para el resto de mis días.
A mi maestro de maternidad, Noel
d’ara corboud
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