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Para esta pintura tenía la imagen femenina definida, más no el interior, excepto los cielos y la tierra. Una mañana, pensando en la posibilidad de ir a jugar a la quiniela o a la lotería para conseguir unos mangos de arriba, me vino la idea de la imagen de la suerte... los dos dedos cruzados... pero no pegaba dentro del cuadro así como estaba, así que la tumbé para la izquierda, y la transformé en una montaña, con un lago al pie... y luego se me ocurrió lo de la llave gigante (como la de Superman que abre la fortaleza de la Soledad, en el Ártico), dispuesta a penetrar en un ojo de cerradura totalmente blanco, puro. La imagen de la mano-montaña me salió muy bien, un típico recurso daliniano... puede ser tanto una cosa, como la otra.
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