Vivimos condicionados, nuestros deseos son programados.
A donde quiera que dirijas tus ojos los verás, no se esconden, no sienten temor de tu mirada.
Siempre estarán ahí y nadie se queja de su presencia.
Roba, miente, envidia, traiciona, mata, consume, desea.
Te mandan señales que a veces ni siquiera notas. Y actuamos en base a lo que nos dicen. Y en la mayoría de las ocasiones no hacemos nada para evitarlos.
“No me molesta”, “me gusta”, no me causa problema”.
“Al fin y al cabo pertenezco a la rueda”
Nos ayudan a olvidar lo que somos y nos hacen la vida más feliz, o infeliz….
¿Tú qué crees?
Siempre deseando, siempre comparando, siempre sintiendo ese vacío interior que buscas llenar con el intercambio.
¿Cómo sería mejor la vida?
¿Perteneciendo, o alejándote?
¿Obedeciendo a tus impulsos dispuestos, o analizando?
¿Dejando de pensar, o exponiéndote?
¿Siendo lo que te dicen que seas, o dejando de ser para ser?...
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