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Ya desde la creación aparece la soberbia como el principal y más grave pecado.
El primero en desafiar a Dios es Lucifer, ser creado de luz, su orgullo desmesurado no le permite doblegarse ante Adán, surgido del humilde barro.
Se revela contra el ejército de Dios, siendo derrotado y cayendo a los infiernos.
No desistirá en su empeño de corromper a su envidiado enemigo Adán, ofreciéndole la manzana del mal a través de su compañera Eva. Ellos también sucumben al deseo de controlarlo todo, incluso por encima de Dios, su creador.
La soberbia, el deseo desmesurado de ser el más importante y valorado a costa de todo, sin importar el precio, se ha dado en el ser humano a lo largo de la historia. Los principales tiranos surgen de este instinto de posesión y control absoluto de todo, de este afán de poder inmesurable. Ellos se consideran \"el único dios \".
Dante, en la Divina comedia, baja a los infiernos acompañado del poeta Virgilio, y observa como es el castigo de los soberbios, ellos van cargados de pesos en sus espaldas, que les impiden incorporarse y levantar la mirada. Permanecerán eternamente agachados espiando su pecado.
El ajedrez representa en mi obra el afán de poder, el rey domina a todos, los demás caen a su alrededor.
La humildad es la virtud contra este pecado, aunque sí es cierto, que el esfuerzo y las ganas de crecer y superarse, se consideran también virtudes necesarias en el ser humano, siempre que no supongan pisotear al compañero para conseguirlo.
Aunque todas las religiones y culturas contemplan los pecados capitales, no en todas se les trata con la misma importancia. Son instintos en el hombre necesarios e inevitables, que le ayudan en algunos casos, pero que como tales debe aprender a controlar.
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