Era el año 1908 cuando el Aduanero Rousseau le dijo a Picasso aquella frase tan célebre de “somos los dos mejores pintores actuales, tú en el género egipcio y yo en el moderno”. Tuvo que pasar algo de tiempo para que se reconociera el talento de Rousseau y para la consagración de Picasso. Sin embargo, uno de los pocos que entonces ya había advertido claramente la genialidad de ambos fue el alemán Wilhelm Uhde, cuyo instinto para comprender las nuevas tendencias pictóricas le convirtieron en uno de los mayores descubridores de talentos en el París de las vanguardias.
Antes de trasladarse a la capital parisina en 1904 e iniciar su actividad como coleccionista, marchante y crítico de arte, Wilhelm Uhde (Friedeberg in der Neumark, 1874 -París, 1947) estudió Derecho. Pero, desencantado con el oficio de las leyes, decidió cambiar el rumbo de su vida y dedicarse a su verdadera pasión: el arte. Una vez en París, estableció relación con los pintores que se reunían en el Café du Dôme, celebrando, asimismo, reuniones en su apartamento de la calle Ile Saint- Louis, a las que asistieron artistas como Braque, Delaunay, Dufy y Picasso.
También mantuvo encuentros con otros colegas coleccionistas, como los hermanos Stein o su compatriota Daniel- Henry Kahnweiler, a quien presentaría a Picasso. Precisamente, ambos fueron de los primeros en apreciar su talento y en adquirir sus obras, posicionándose como dos de los máximos promotores del cubismo. Por su parte, Uhde comenzó su colección de piezas del malagueño en 1905, año en el que le compró La habitación azul (1901). Igualmente, se involucró en el fomento de las vanguardias y no dudó en realizar diversas exposiciones en su propia galería, en la calle Notre Dame des Champs de Montparnasse, que incluían trabajos de Braque, Derain, Herbin, Metzinger y el propio Picasso.
Aunque, seguramente, su influencia fue mayor en la carrera de los artistas naíf, por quienes Uhde siempre mostró un especial interés. En 1928, organizó la primera muestra de autores amateurs en París con obras de Henri Rousseau, Séraphine Louis, Camille Bombois, André Bauchant y Louis Vivin. Artistas a los que presentó como “Pintores de sagrado corazón”. Años antes, ya había preparado una retrospectiva póstuma dedicada a Rousseau. Y, en 1945, una exposición destinada íntegramente a otro de su grandes descubrimientos, Séraphine.
En 1908, había contraído matrimonio de conveniencia con la pintora Sonia Terk para evitar su deportación. Este enlace duró sólo dos años. Después, ella se casó con Robert Delaunay y Uhde mantendría una relación con el pintor Helmut Kolle. Al estallar la Primera Guerra Mundial, se vio obligado a regresar a Alemania y su colección de arte fue requisada y vendida en una subasta pública.
Uhde continuó con su actividad en el mercado alemán hasta que en 1924 pudo retornar a Francia. Pero el destino no estaba de su parte y, con la llegada de los nazis, perdió nuevamente su galería y piezas de arte. Esta vez, buscó refugio en el sur del país. Al finalizar la contienda, quiso volver a la capital francesa, donde murió en 1947. Un año después, como homenaje a su labor, se inauguró la sala Uhde en el Museo de Arte Moderno de París.
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