J. L. David, Goya y Delacroix, genios de la pintura y de la crónica. Los tres vivieron episodios de la historia universal más revolucionaria y sobre ellos crearon exquisitos relatos.
La muerte de Marat (1793)
Jean- Paul Marat, uno de los líderes jacobinos de la Revolución francesa y amigo de Jacques- Louis David (París, 1748- Bruselas, 1825), murió el 13 de julio de 1793 apuñalado mientras se daba un baño en su apartamento. El pintor francés quiso conmemorar su asesinato como mártir revolucionario a través de esta imagen tan contundente, en la que sólo incluye los elementos esenciales de la historia: el cuerpo inerte, la herida, el arma del crimen y la alusión a la autora del asesinato, Charlotte Corday, en la carta que aún sostiene en la mano. Detalles que destacan dentro de la composición gracias al contraste lumínico y al fondo oscuro.
Esta es una de las imágenes más conocidas de la historia de la Revolución y uno de los mejores ejemplos que muestran su estética: el neoclasicismo. David participó activamente en ella como parte de los jacobinos, votó a favor de la ejecución de Luis XVI y fue un ferviente partidario de Napoleón, para quien trabajó en numerosas ocasiones.
El 3 de mayo de 1808 en Madrid o “Los fusilamientos” (1814)
Junto con su pareja, El 2 de mayo de 1808 en Madrid o La lucha con los mamelucos (1814), representa la insurrección de los madrileños contra las tropas de Napoleón, con la que daba comienzo la Guerra de la Independencia. En este cuadro, Francisco de Goya (Zaragoza, 1746- Burdeos, 1828) pinta los fusilamientos del 3 de mayo ejecutados por los soldados franceses como castigo a los amotinados del día anterior, motivo del otro óleo. Pretendía inmortalizar la resistencia y el sacrificio de los españoles “contra el tirano de Europa”.
Goya compuso una escena muy compleja, rescatando con realismo las pautas de la gran pintura italiana de historia, en la que consigue retratar el valor, el miedo, la resignación y la desesperación de las víctimas. Los soldados, sin rostro, actúan bajo una estructura rígida y mecánica. De forma contraria, los capturados están inmersos en el caos. Entre ellos, un héroe anónimo, arrodillado y con los brazos en cruz, vuelve a enfrentarse aterrorizado contra la sinrazón. Vestido de blanco, Goya pone de manifiesto su inocencia y le convierte en un símbolo de todas las víctimas de la invasión.
El 28 de julio: La libertad guiando al pueblo (1830)
En este lienzo, mezcla de realidad y alegoría, Eugène Delacroix (Charenton-Saint-Maurice, 1798- París, 1863) recoge un momento de la revuelta popular de París del 27, 28 y 29 de julio de 1830, llamada también Las Tres Gloriosas. Fue protagonizada por los republicanos liberales contra el monarca Carlos X, acusado de transgredir la Constitución, y abrió un proceso revolucionario que se extendería por buena parte de Europa.
El artista francés personifica la libertad ansiada por el pueblo en una joven y sensual mujer. Lleva un gorro frigio y su vestido amarillo se ha deslizado dejando su pecho desnudo. En la mano derecha levanta la bandera roja, blanca y azul; en la izquierda, una bayoneta. Delacroix expresa mediante los cánones románticos el impacto dramático y visual de la escena, en la que la multitud se dirige hacia su último asalto. El ánimo de la victoria lo plasma mediante una composición piramidal que recuerda a La balsa de la Medusa (1818- 1819) de Géricault. Vibrante, rebelde y victoriosa evoca la Revolución de 1789 y la soberanía popular.
Muy buenos los datos de la época de Francia, en sus revoluciones. Y los cuadros. Un saludo.