«Así como Leonardo estudió la anatomía humana y trató de disecar los cuerpos, yo trato de disecar las almas»
(Edvard Munch)
El expresionismo marcó un antes y un después en el concepto del arte debido a su axioma inicial que partía de la base de que rechazaba la imitación de la realidad y detestaba las contradicciones de la vida moderna. Aunque no dejaba de ser una disciplina educada por sus hermanas mayores; surrealismo y dadaísmo, nunca hubo una corriente que expresara tan bien los sentimientos de una generación de post-guerra, devastada por la crisis existencial. Los gobiernos fallaron al pueblo tanto como la sociedad había fallado a estos artistas que se refugiaron en un universo plagado de dolor ininteligible, de una verdad sin lógica. Bienvenidos al mundo de la psicopatología, a la corriente expresionista.
Los «Tastebreakers» o la psicopatología en los artistas del expresionismo abstracto
Cuando James Johnson (director del Museo Guggenheim) acuñó el término de «Tastebreakers», en los años 50, para definir a los nuevos artistas, los que rompían las encorsetadas estructuras artísticas estaba definiendo a un grupo de artistas que rompían con las reglas y que estaban, del mismo modo, rotos por dentro. El vacío existencial y el hedonismo actual no son sino la evolución natural de esa disonancia entre lo que se espera del individuo y lo que el individuo siente.
Jackson Pollock, bipolaridad y expresionismo abstracto
Antes de que apareciera Munch ya era famoso Jackson Pollock. Curiosamente, este gran artista, una de las insignias más preciadas del expresionismo, comenzó a pintar siguiendo el consejo de su psicoterapeuta Joseph L. Henderson al que había acudido para curar un incipiente problema de alcoholismo.
Resulta sorprendente que uno de los artistas más vanguardistas de todos los tiempos estuviera atormentado (como suele suceder en todos los casos en los que el alcoholismo interviene en la vida de una persona). De hecho, las elucubraciones indican que Pollock padecía de trastorno bipolar.
Jean Dubuffet, el ladrón de dementes
Dubuffet puede que sea uno de los grandes artistas. Creador del término «Art Brut» (o arte en bruto) nunca estuvo muy loco. Todo lo contrario. Estaba lo suficientemente cuerdo como para fijarse en lo que dibujaban los dementes en los sanatorios.
Como un lobo a la caza, recorría las calles de París cada noche para retratar el lado más sórdido de la capital francesa del siglo XX. De ahí nacerían series como «Barbas» o «Dames», basados en personajes caricaturescos, deformes, criminales y deformes.
Edvard Munch:»sin temor ni enfermedad, mi vida habría sido un barco sin timón»
Que era alcohólico no era extraño en la Noruega de mediados de siglo. El azote de la post-guerra no había dejado muy bien parado a este país de pescadores que luchaba por salir adelante. Munch nació y creció en una familia desestructurada en la que la enfermedad de su hermana Sophie fue el germen de su locura (y también de su genialidad).
Internado en numerosas ocasiones y diagnosticado previamente como depresivo, alcohólico o suicida, ahora se sabe que Munch padecía de trastorno límite de personalidad y que esto quedó plasmado en cada uno de sus lienzos; la ansiedad (su cuadro homónimo lo verifica), la depresión, la angustia y el dolor se perciben en cada uno de sus lienzos aunque si tenemos que recordar un cuadro de Munch evocador y, en cierto, modo, que presagió su propio destino ese fue «Al día siguiente» en el que una mujer duerme después de una noche de borrachera.
Puede que la vida de Munch no fuera más que una borrachera tras otra, una euforia seguida de una depresión (¿Quizás una depresión seguida de otra aún mayor?). De cualquier modo, su psicopatología se entrelazó de tal modo a su genialidad que su obra no fue una referencia a su vida sino que su vida y su obra se desdibujan y funden entre sí.
¿Realmente los pintores de la corriente expresionista reflejaban en su obra sus propias psicopatologías?
Nos quedamos con una frase del escritor Stefan Zweig para responder a esta cuestión; «crear es una lucha continua entre la consciencia y la inconsciencia. Sin estos dos elementos no puede realizarse el acto artístico«.
Y es que, según las referencias de un estudio que relaciona la creatividad y la patología, descubrimos que todas las personas creativas tienen ciertos rasgos en común: confianza, valor, flexibilidad, capacidad de asociación, intuición, imaginación, crítica, curiosidad, sentimiento de protección, soltura, libertad, entusiasmo, profundidad y tenacidad.
Además, se añaden los testimonios de algunos psicoanalistas, entre los que destaca Rank:»(la creación artística) está mediatizada por la necesidad de inmortalizarse, debido al temor a la muerte». No olvidemos que todos estos grandes artistas del expresionismo y, especialmente, del expresionismo abstracto vivían en una época convulsa. Estaban rodeados de muerte, degeneración y pobreza.
¿Sería la degeneración, la muerte y la pobreza que les rodeaba lo que les empujó a huir de una realidad surrealista para expresar la nada, el sentido del «om»?
Es posible aunque, desgraciadamente, solo podemos seguir disfrutando de su obra y de lo que nos queda de su biografía.
¿Estás de acuerdo con este artículo acerca de psicopatología y expresionismo?
creo muy acertado el comentario sobre el expresionismo, soy pintor y concuerdo, tiene que haber un poco de locura y realidad, concuerdo con la definición de Stefan Sweig