La obra del pintor Miguel Campillo Velasco promueve en el ánimo un sentimiento hondo de belleza y reflexión. Su trabajo nace de la sensibilidad que albergan aquellos artistas que todo lo llevan dentro y que sólo necesitan hurgar en sí mismos para crear arte.

Eco en el agua. Miguel Campillo Velasco

Eco en el agua. Miguel Campillo Velasco

 

Hay pintores que conquistan la distinción a lo largo del tiempo, otros que encuentran su estilo en un plazo más breve. Algunos han sido alumnos, otros se han enseñado a sí mismos. Sea como fuere, el artista que es capaz de inventar y alcanzar una voz propia adquiere un valor único. Miguel Campillo Velasco la consigue y a partir de ella desarrolla un universo pictórico que llena de instantes de poesía.

Luz y oscuridad, Lisboa. Miguel Campillo Velasco

Luz y oscuridad, Lisboa. Miguel Campillo Velasco

 

La temática de su obra es variada y exclusiva. Atributos que logra gracias a su interés por la luz y a su rica y vistosa paleta cromática. Ambas confieren el más alto grado de originalidad a sus creaciones. Estas van desde evocadores paisajes hasta instantáneas de cine negro, recreadas con cierto tono humorístico. Todo ello impregnado de una emoción que irradia un vibrante y espontáneo optimismo.

Ojo divino. Miguel Campillo Velasco

Ojo divino. Miguel Campillo Velasco

 

Su estilo bebe del impresionismo. De su pincelada suelta y breve. De su inspiración en la naturaleza. Pero, sobre todo, de la incidencia que tiene la luz en sus composiciones. La iluminación adopta el papel protagonista y, a través de ella, Miguel Campillo Velasco condiciona el significado de cada pintura y da sentido a lo que detalla en cada trazo. Su manejo de la luz deja como resultado un juego de contrastes muy sugerente. Ese contraste de luces y sombras acentúa el volumen y la sensación de realidad e, incluso, le permite dar forma al trasfondo psicológico que encierran sus obras.

Juntos. Miguel Campillo Velasco

Juntos. Miguel Campillo Velasco

 

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