En cada uno de sus lienzos, Lucía Humet Struth (Barcelona, 1950) vuelve una y otra vez a la esencia de la materia, a un arte ajeno a la tiranía de la forma que supera la tensión siempre presente entre materia y espíritu.
La pintora catalana desarrolla un universo lleno de texturas y con un marcado carácter espiritual. En el cual, el sustrato material cobra un papel relevante, pues, trasciende su estado para expresar el mundo interior de la artista. Así, a través de la pintura, Lucía Humet Struth consigue concretar sus emociones y lo hace en forma de paisajes abstractos, envueltos en una profunda naturaleza informal.
Sus obras sugieren, no explican. Buscan transmitir la emoción y la fuerza de los elementos centrales de sus piezas: sus vivencias y la inspiración que descubre en el mar y la luz. De este modo, comparte con el espectador su mirada interior y le propone que se deje llevar por la expresividad de su trabajo, conseguida mediante una delicada y armoniosa ejecución de la técnica mixta.
El manejo de distintas técnicas pictóricas y materiales le permiten capturar de la mejor manera aquellos estados de ánimo o componentes del medio natural que pretende representar. En este sentido, trabaja el óleo y el acrílico e incorpora a sus composiciones otros elementos, como madera, seda y arena, logrando esas texturas que tanto evocan la apariencia de la naturaleza. Asimismo, potencia este efecto por medio de las tonalidades terrosas, grises, azules y anaranjadas que suele emplear y que transportan a las cuevas marinas, desfiladeros o tormentas reproducidas en sus cuadros.
Como resultado, sus lienzos remiten a un diálogo entre las cualidades matéricas y emocionales de la pintura, dejando que las formas y la materia realcen su valor conjunto a través de una experimentación sensitiva de la sustancia.
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