Grandes pintores han interpretado los lugares que más atormentan la mente del ser humano creando obras de arte desoladoras.
La casa de locos (1808- 1812)
En el manicomio de Francisco de Goya (1746- 1828), la luz que entra a través de los barrotes de la ventana es el único contacto con el mundo exterior. Dentro, están depositados seres enajenados, compartiendo el olvido, en actitudes patéticas y grotescas.
Goya mira compasivo la desesperación de los enfermos e individualiza cada caso por medio de los gestos. Define diferentes tipos de psicopatías como el delirio de grandeza, el estrés postraumático, la depresión o la melancolía.
¿Qué pretendía expresar el pintor español? La simbología de los personajes hacen intuir una parodia para burlarse del poder establecido. Quizás, buscara evidenciar el lamentable estado de las instituciones que se hacían cargo de los dementes. O, por su cercanía a la enfermedad, puede que tuviese un interés personal en tratar los estados anómalos de la mente.
De cualquier forma, Goya refleja un lugar devastador que ataca la dignidad humana.
La balsa de la Medusa (1818- 1819)
En julio de 1816 la fragata francesa Medusa naufragó frente a la costa de Mauritania. La insuficiencia de botes salvavidas obligó a que 147 personas se refugiaran en una improvisada balsa. Pronto, quedaron abandonados en alta mar por el resto. Sin víveres y con apenas agua, se vieron obligados al canibalismo para sobrevivir.
13 días después fueron rescatados. El hambre y la locura habían despedazado la balsa. Entre pilas de cadáveres mutilados y putrefactos, aún quedaban 15 personas con vida.
Se convirtió en un escándalo nacional. Théodore Géricault (1791- 1824) emprendió una laboriosa investigación para reconstruir lo ocurrido en un lienzo. La obra recoge uno de los momentos producidos durante la deriva, en el que los náufragos avistan un barco.
El pintor francés descarna el drama en una escena piramidal. Desde el anciano abatido, que da la espalda a la esperanza hasta los dos muchachos que sacuden bravamente sus camisas con la fe de ser vistos. Sin embargo, el viento marca un rumbo diferente alejándoles del rescate.
La balsa de la Medusa es la obra cumbre de Géricault y símbolo del romanticismo francés. No existe más protagonista que la miseria humana en la lucha por la supervivencia.
El infierno (1500- 1505)
Dentro del tríptico El jardín de las Delicias, Hieronymus Bosch (hacia 1450- 1516) reserva un lugar para el infierno. Pinta un lugar irracionalmente atroz, con llamas de fuego, escenas dantescas de tortura y figuras fantásticas, a la vez que, demoníacas.
Se conoce como el infierno musical, dado que los instrumentos sirven como armas de martirio. En el plano medio, aparece la figura de un hombre- árbol, que mira de frente a quien le observe. Se le asocia con el demonio debido a que destaca sobre los demás por su color y tamaño.
En el infierno, los pecados son condenados y los pecadores torturados. La gula rinde cuentas en la taberna del tronco del hombre- árbol, donde se sirve para comer sapos y otras calamidades. Los envidiosos acatan su pena en las aguas heladas. E, incluso, el desprestigiado clero cumple su penitencia, como muestra el cerdo ataviado con un velo de monja.
El Bosco suscribe una obra moralizante y advierte de que los placeres pecaminosos no escaparán de su castigo eterno en el infierno.
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