Desde hace unos años muchos países como Grecia o Egipto reclaman las obras que se llevaron en guerras y contiendas. Pero en muchos de los casos esas obras fueron compradas por un precio muy bajo o de una manera un poco confusa.
El Metropolitan Museum de Nueva York ha devuelto ya a Egipto un conjunto de 19 piezas pertenecientes a la tumba de Tutankhamon, entre ellas un perro de bronce y un brazalete de lapislázuli con forma de esfinge, y el Pergamon Museum de Berlín también tuvo que devolver a Turquía la esfinge de Hattusa, de 3.000 años de antigüedad.
La pieza pertenecía a este centro desde 1934 pero su devolución no fue cordial, ya que Turquía amenazó con no permitir seguir trabajando a los arqueólogos alemanes en su territorio si la esfinge no volvía al país. El arqueólogo alemán Hugo Winckler fue el responsable del descubrimiento de dos esfinges y, con ellas, de la capital del antiguo imperio de los hititas: Hattusa. Las esculturas fueron enviadas en 1915 a Alemania para su restauración, pero una vez finalizaron las labores, solo devolvió a Estambul una de las esfinges. Las excavaciones arqueológicas que los alemanes llevan años realizando en Hattusa, en la actualidad Bogazköy, obligaron al país germano a ceder y repatriar la esfinge después de que Ankara amenazara con retirarles los permisos pertinentes.
Son varios ya los casos en los que los demandantes no reciben una negativa y acaban devolviendo las piezas solicitadas. Por ejemplo Egipto consiguió tener de vuelta otros tesoros arqueológicos, en este caso 19 piezas pertenecientes a la tumba del faraón Tutankamon. Los objetos estaban expuestos en el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York (MET) y formaban parte de la colección de Howard Carter, un arqueólogo que participó en el descubrimiento de la tumba de Tutankamon en 1922, y de Lord Caernarvon, el patrocinador de las excavaciones.
Pero en la mayoría de los casos a la petición de devolución le sigue un rosario de negativas. Incluso la polémica alcanza a La Gioconda de Leonardo Da Vinci que se exhibe en el Museo del Louvre de París. El Comité italiano para la Valorización de los Bienes Históricos Culturales y Ambientales ha reclamado la obra en varias ocasiones para que los turistas y residentes de su Florencia natal puedan visitarla. Su solicitud siempre ha sido desestimada. El centenario del hallazgo de la pintura tampoco pareció motivo suficiente para que, en 2013, la obra fuera prestada a Italia durante una semana. El Louvre denegó la petición porque “el viaje podría causarle daños irreparables” dado a “su extrema fragilidad”. La Gioconda fue adquirida a principios del siglo XVI por el rey Francisco I de Francia, y desde entonces ha permanecido en el país galo.
El Museo Británico y las esculturas del Partenón
Uno de los casos más polémico es son las esculturas del Partenón que están expuestas el Museo Británico de Londres que los griegos quieren de vuelta a Atenas. La obra de Fidias, esculpida hace unos 2.450 años, fue separada en dos por el noble inglés durante la ocupación otomana del actual territorio griego. Han pasado más de dos siglos desde entonces y los griegos no lo olvidan y exigen que vuelvan a Atenas.
Sin embargo el Museo Británico y su gobierno se niegan a que vuelvan a Egipto las reliquias. Varias organizaciones griegas e internacionales como Marbles Reunited han sido fundadas en los últimos años para presionar por la vuelta de las esculturas a la que se han unido figuras tan conocidas como George Clooney, sensibilizado por el problema después de su película Monuments Men. Lo que defienden es que el templo a Atenea ha sido reconocido, miles de años después de su construcción, como un símbolo de la democracia. La reunificación de las esculturas es de gran importancia no sólo para los griegos sino para todo el mundo.
En 1801 Lord Elgin era entonces el embajador británico en el Imperio Otomano y se sirvió de un polémico permiso estatal para llevarse parte del friso del Partenón y otras esculturas a su país. Los investigadores solo han encontrado una traducción al italiano pero no el original y carece de la firma y sello del Sultán. También creen que Elgin se excedió en su interpretación y que el documento no le daba permiso para llevarse las esculturas.
El caso es que fue comprado por un precio de 35.000 libras por una colección que incluye unos 75 metros de los 160 originales del friso de Fidias, 17 esculturas de los pedimentos este y oeste, así como 15 paneles de las metopas. En realidad supone más de la mitad de la decoración original del Partenón que ha sobrevivido hasta nuestros días. El resto se encuentra, en su mayor parte, en el Museo de la Acrópolis, en Atenas, aunque hay piezas en otros centros como el Louvre.
Lo que se intenta con su petición de devolución es unir de nuevo el friso ya que cuenta una historia, probablemente la procesión de las Grandes Panateneas, celebrada cada cuatro años para honrar a la diosa Atenea. También porque al volver a su entorno natural se podría comprender en su totalidad. De hecho en la nueva sede del Museo de la Acrópolis, en Atenas se ha expuesto el friso del Partenón tal y como estaba dispuesto originalmente en el edificio pero sin las piezas que están fuera de Grecia.
El problema para museos como el British Museum si atienden a reclamaciones como la de Grecia sería que podrían crear un precedente y posiblemente tendrían una avalancha de reclamaciones similares lo que podría minar sus fondos.
El Museo Británico ha mostrado su disposición a prestar las obras para su exposición en Atenas con la condición de que Grecia acepte la propiedad británica de las piezas. Pero no se ha encontrado con una respuesta positiva porque para ellos los mármoles del Partenón no pertenecen a nadie, son patrimonio universal.
La vuelta a Grecia de algunas de las piezas de la Acrópolis diseminadas en otros países ha suscitado interés mundial y, según algunos expertos, legitima el movimiento de retorno de las esculturas. El Vaticano devolvió una pequeña pieza en 2008 y una ciudadana sueca y una universidad alemana ya habían devuelto piezas de la Acrópolis dos años antes. Atenas se ha movido en el mundo diplomático para exigir la vuelta de los mármoles y persigue ese objetivo a través del proceso de mediación de la Unesco.
Nefertiti en Berlín
Otra de las más polémicas ha sido la reclamación de las autoridades egipcias del busto de Nefertiti. Varios arqueólogos alemanes lo encontraron en el Valle de Amarna en 1912 y según Egipto lo sacaron del país ilegalmente. El busto de Nefertiti es una más de las 5.000 piezas artísticas que, según cifras de Egipto, fueron sacadas del país de forma más o menos fraudulenta. Ya Egipto había reclamado sin éxito a Adolf Hitler la restitución del busto y en los últimos años se ha pedido permiso sin suerte alguna para poder exhibir el busto de forma temporal en museos egipcios. Siempre Berlín ha alegado los riesgos que riesgos que supondría el transporte.
El busto es en la actualidad la estrella del Neues Museum, la última pieza que quedaba por recuperar de la Isla de los Museos de Berlín, destrozado por los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial y ahora rediseñado por el arquitecto británico David Chipperfield. Durante 3000 años estuvo sepultada en el Valle de Amarna, pero desde que fue descubierta por el arqueólogo Ludwig Borchadt ha ido de traslado en traslado, entre distintos domicilios provisionales alemanes. Primero fue exhibida en el Neuen Museum, en la Isla de los Museos, pero tras el estallido de la Guerra las autoridades del Tercer Reich la escondieron en una mina de Turingia. Tras la caída del nazismo fue recuperada por las tropas estadounidenses y se exhibió en las afueras del sector americano y a partir de 1967 en el barrio de Charlottemburg.
A partir de la reunificación se la sometió a nuevos traslados ya que primero se la colocó en el Kulturforum, un moderno complejo museístico, entre instalaciones de neones. Luego se la trasladó al Altes Museum, en la misma Isla que el Neues y el Pergamon. Ahora vuelve al museo restaurado por Chipperfield y vuelve a ser reclamado por las autoridades egipcias.
Los documentos que presentó para llevársela indican que el arqueólogo fue astutamente parco describiendo la identidad de la efigie a los inspectores, con fotos de mala calidad y una composición falsa para ningunear su valor. Una vez en Berlín, Nefertiti estuvo en manos de un coleccionista privado que la donó al Ägyptische Museum. Su puesta de largo para el gran público fue en 1923. En 2011 el gobierno egipcio solicitó formalmente la devolución de la joya arqueológica y la respuesta llegó igual de rápido. La Fundación del Patrimonio Prusiano, que administra el museo berlinés, dijo un ‘no’ rotundo alegando que “ella es y continuará siendo embajadora de Egipto en Berlín”.
Curiosamente en marzo de 2016 el busto de Nefertiti fue reproducido por una impresora 3D y exhibido en la bienal de El Cairo. Además los responsables han hecho públicos los archivos para que cualquiera que tenga acceso a una impresora, pueda reproducirlo en su casa llamando al proyecto «Nefertiti para todos». La única forma de devolver a Nefertiti por ahora al lugar al que pertenece.
Aunque se ha criticado mucho la forma de lograr esta reproducción 3D. El pasado octubre, Nora Al-Badri y Jan Nikolai Nelles entraron varias veces en el Neues Museum con un escáner 3D escondido bajo el abrigo. Con el material recogido crearon una réplica perfecta en resina. Después liberaron la «receta» en el congreso del Chaos Computer Club, la gran cita internacional de los hackers, con una licencia abierta de Creative Commons. Su objetivo era liberar a la reina e «inspirar una re-evaluación crítica de la noción colonial de posesión en los museos alemanes». La revista Time les llamó ladrones acusando a la pareja de robar la propiedad intelectual del museo alemán para vendérsela al museo de El Cairo.
El caso español
En España también se ha abierto también el debate sobre a quién corresponde la titularidad de un bien cultural extraído de otro lugar. Recientemente el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) ha retornado las 53 piezas a Villanueva de Sijena. La titular del Juzgado de Primera Instancia nº 2 de Huesca condenó a la institución a devolver a su lugar de origen las obras que se extrajeron de la sala capitular del Monasterio de la localidad oscense en 1936.
Ya cuadros como Las Meninas de Velázquez tuvieron que ser salvados durante la Guerra Civil gracias a un largo viaje que las obras hicieron desde Madrid hasta su salvaguarda en Ginebra. Con Madrid asediada por los bombardeos, la Segunda República decidió crear la Junta Central del Tesoro Artístico con el fin de poner a salvo en el Museo del Prado las principales obras de arte de diversos museos e instituciones de Madrid.
La situación de Madrid provocó la necesidad de tomar una decisión complicada: la evacuación de las principales obras de arte con el fin de preservarlas de los bombardeos. Unos días antes de que el Museo del Prado fuera bombardeado el 16 de Noviembre de 1936, se inició un viaje hacia Valencia con más de 20.000 obras, entre las que se encontraban cuadros de Goya, Velázquez o El Greco. Tras miles de vicisitudes en el camino, las obras llegaron a Figueras en 1939. La zona estaba sufriendo continuos bombardeos. La neutralidad internacional provocó la creación, al margen de los gobiernos y de la Sociedad de Naciones, de un Comité Internacional para el Salvamento de las Obras de Arte Españolas formado por personajes anónimos amantes del arte y los principales museos del mundo, que consiguieron la financiación necesaria para que las obras cruzaran los Pirineos.
El 3 de febrero de 1939 se firmó con la Segunda República el Acuerdo de Figueres, que garantizaban que todas las obras pertenecían al pueblo español y que debían regresar al país al finalizar la contienda. Al finalizar la contienda, el Gobierno franquista acusó a la Segunda República de expolio y demandó la devolución inmediata del tesoro al Comité Internacional. Ante la presión franquista se devolvieron las obras de arte.
Otras muchas obras de arte en España se encuentran en una situación conflictiva como la Dama de Elche. Desde su hallazgo en 1897 por un joven en el yacimiento de La Alcudia, la Dama de Elche se ha convertido en un símbolo para la ciudad alicantina, pero la obra se exhibe en el Museo Arqueológico Nacional (MAN) de Madrid como elemento representativo del arte íbero. La Real Orden de la Dama, una asociación nacida con la finalidad de promocionar Elche y la famosa escultura, ha exigido en varias ocasiones su devolución. Es tanto su empeño por tener la pieza de vuelta que incluso se ha llegado a plantear que el Museo Arqueológico y de Historia de Elche (Mahe) se convierta en subsede del MAN para poder recuperarla.
Cuadros, esculturas y otras obras de arte que siguen siendo reclamadas por ciudades y países y que se han convertido en la actualidad en el centro de la polémica.
Ojalá se hubieran expoliado edificios enteros y objetos del museo de Irak, que han sido destruidos (me ahorro el calificativo).
Aunque es verdad que hay obras que queremos que regresen a su origen como «El Penacho de Moctezuma». Que Viena lo devuelva ya!!!! 🙂
Personalmente creo que siempre es mejor que las obras de arte permanezcan en su lugar de origen. Pero solo ha sido en los últimos tiempos que han empezado a valorarse, generalmente no se les daba ningun valor i eran despreciadas o destruidas (existen miles de ejemplos). De manera que pienso que su pertenencia siempre es discutible.
Pero no se nombra ninguna de las piezas de america precolombina que fueron robadas durante la colonia para enriquecer a la corona española y que reposan en los museos de Europa y EU.
Queremos de vuelta «El Tesoro Quimbaya» que en acto irresponsable y largueza de autoridad el presidente colombiano de la época ( Carlos Holguín Mallarino ), entregó a España sin consentimiento del Congreso de la República.
Como en otros países nos dan el ejemplo de reclamar objetos de sus culturas pasadas y de mucho valor histórico para sus habitantes, a diferencia de México, nuestros gobernantes no solamente no los reclaman; si que hasta los regalan según como acto de buena fe y por relaciones bilaterales. SOLO A SUS CONVENIENCIAS.