La sublimación del artista y su ensimismamiento romántico, la fatuidad de su séquito y la biografía convertida en relato de ciencia-ficción han contribuido a difundir la creencia popular de que el acto creativo no es lo suficientemente digno si no exuda sufrimiento y melancolía. Un artista que no se corta una oreja es menos artista.
Sumit Mehndiratta está en las antípodas del concepto de artista como demiurgo mustio y afligido. Para Sumit su arte es una profesión, un negocio, pero también un juego, una cita que termina con un beso y un “hasta mañana”. Sumit disfruta experimentando, trasteando en el taller, buscando nuevas técnicas para expresar su devoción por la vida: su obra es un homenaje al color, a la fluidez, a la armonía. Porque sí, en la vida también hay sufrimiento, impuestos y atascos, pero ya nos ocuparemos de ello mañana: hoy toca amar.
La belleza en la incertidumbre de la vida
Tan solo un sutil cambio en el punto de vista nos permite pasar de la aflicción a la alegría. Pero hay que fijar la mirada en el cambio. Sumit Mehndiratta miró hacia a otro lado porque no le gustaba demasiado lo que tenía delante: pasó del marketing al arte autodidacta. Tras complementar sus estudios en marketing de moda en varias universidades británicas, Sumit se encerró en un taller y empezó a experimentar. Y descubrió que en el arte iba a encontrar algo parecido a la felicidad.
Hasta el momento, la abstracción de reminiscencias vegetales funciona como eje en torno al que giran buena parte de sus series, tanto en pintura como en escultura o fotografía. En la serie Dripology, el artista indio experimenta con la fluidez del color. En este caso, su técnica es una combinación de azar y armonía en la que “la gravedad tiene mucho que ver”.
Sumit deja gotear el color que fluye creando patrones cromáticos. El resultado es una feliz eventualidad en la que el espectador vibra impulsado por los colores palpitantes.Pero dentro de esta abstracción con un punto psicodélico, el artista indio también ofrece obras más apacibles como Untitled No. 120 o Untitled No. 117 en las que el dripping genera círculos de colores sobre un gran tapiz blanco. A pesar de que Sumit disfruta de la abstracción porque “los espectadores siempre la interpretan de forma diferente”, este tipo de lienzos amansan a la fiera como un cuarteto de cuerda: en el (controlado) azar de la técnica artista, Sumit busca —y, a menudo, encuentra— la belleza de la incertidumbre de la vida.
Una técnica que no oprima la creatividad
Aunque buena parte de la obra de Sumit Mehndiratta gira en torno a la pintura, ha dedicado los últimos años de su carrera a experimentar con otras formas plásticas como la escultura o a indagar en el arte digital. Sumit no quiere repetirse, y si una serie se agota, pasa a la siguiente hasta encontrar una técnica inspiradora que le permita seguir expresándose sin ataduras.
Sus esculturas, generalmente ideadas para ser expuestas en pared, exprimen al máximo el gusto del artista por la abstracción. Sumit usa técnicas mixtas destacando el hilo, la madera, el vidrio o el metal generando tramas decorativas de geometrías puras en las que tampoco se olvida de su devoción por el color. En cuanto a sus aportaciones de arte digital, el artista indio entrega obras de una marcada psicodelia de recuerdos vegetales y alguna que otra referencia figurativa o incluso pop. Y es que el fundamento de su arte está en la expresión de las emociones a través del color y este mantra lo ha llevado también a sus fotografías en las que demuestra su entusiasmo por la naturaleza en general y las flores en particular.
Pero no quiere ni oír hablar, al menos de momento, de un “estilo patentado”. Para él, “repetir limita la creatividad del artista”. Y aunque la falta de un estilo definido puede ser un arma de doble filo, tanto artística como comercialmente, la experimentación que está en la base de su trabajo lo está llevando por caminos diversos.
“La mayoría de los pintores son demasiado melancólicos”, dice sin rodeos Sumit. Él prefiere expresar la alegría y la felicidad a través de la vibración del color; un temblor cromático que irradia al espectador que domina buena parte de su obra y que se ha erigido en su gran hallazgo. Y todo ello sin cortarse una oreja.
Os invitamos a visitar la galería de Sumit Mehndiratta en Artelista.
Comentarios recientes