«Encuentra un motivo que te arrebate el alma y los sentidos, y explótalo sin rubor». Esta podría ser la base de cualquier actividad artística. ¿El riesgo? Caer en la reiteración. ¿El premio? Encontrar un estilo propio, único. El premio es, por tanto, demasiado grande para no asumir el riesgo. Elena Bissinger afrontó el riesgo y encontró su recompensa.
Nacida en Beius (Rumania) en 1964, Bissinger mostró pronto su interés por la pintura a lo que sin duda influyó su padre, que fue pintor. Pero su carrera artística se ralentizó. No es fácil dedicar tu vida al arte cuando formas parte de una familia modesta y numerosa en la Rumanía de los años 70 y 80. La pintora rumana se casó, formó su propia familia y trabajó una década en una fábrica de muebles. En 1997 llega su primera exposición individual. Elena Bissinger se centra en su arte, en sus flores.
Las flores del bien
Muchos tienden a pensar en el arte como una actividad desinteresada, que parte de una necesidad espiritual, de un apetito expresivo. Sin duda, debe ser así. Si el artista no posee ese apetito, si no es poseído por un arrebato espiritual, su producción se verá afectada negativamente. Pero el artista también come, paga facturas, aunque a veces se nos olvide.
Encontrar un motivo de expresión artística, un tema, no es solo una buena estrategia creativa, también lo es desde un punto de vista comercial. Si presentas una exposición con cuadros muy variados y con estilos pictóricos muy diferentes crearás confusión. Al contrario, si centras tu producción en un único motivo, tendrás más posibilidades de tener éxito.
Elena Bissinger centra sus esfuerzos en las flores, ese motivo que arrebata su alma como lo ha hecho con tantos pintores en la historia. Sí, Van Gogh es el más famoso. Pero también podemos citar a Berthe Morisot o Georgia O’Keefe.
¿Por qué flores? Para empezar por el color: «en una composición, los colores tienen el propósito de transmitir calor, amor, sentimientos profundos y sensibilidad. El espectador los recibe a través de la pintura». Por supuesto, las flores también aportan diferentes valores metafóricos. Y el olor, nos recuerdan olores, y no hay nada como el olor para evocar situaciones y emociones pasadas.
El uso de la espátula es otra de las señas de identidad de Bissinger que no quiere hablar de la palabra «obsesión» al menos, al estilo Van Gogh. La artista rumana «usa» las flores como motivo artístico. Y le va bien. Ha pintado más de 400 obras con la flor como el motivo principal y muchas han sido vendidas a colecciones privadas sobre todo en su país natal.
Kandinski y Pollock: lirismo abstracto
Entre 2002 y 2004, Bissinger enfocó su producción hacia la abstracción, experimentando con la técnica del dripping siguiendo los ensayos de Jackson Pollock. De esa época parte este interés por la espontaneidad y el subconsciente aplicado a la pintura que deriva en una suerte de lirismo abstracto más que expresionismo. Aunque no hay duda de que Pollock ha influido en su obra abstracta, percibimos más a Kandinski en ella. Y eso es porque sus cuadros mecen el espíritu más que golpearlo.
Dicen que la abstracción pictórica se encarga de captar las vibraciones del alma. En este sentido, resulta admirable como Bissinger afronta esta vertiente de su obra. Observando sus lienzos abstractos nuestro corazón late de forma regular, sereno, fluyendo a través de los arabescos de sus líneas, sonriendo gracias a la combinación de colores, siempre viva, resplandeciente.
Paisajes y figuras
Cuenta Elena Bissinger en alguna entrevista que «siempre tuvo la tentación de pintar con estilo impresionista». Algo queda de ello en sus pinturas de flores, pero también en las figuras femeninas como en Doamna cu umbrela, vibrante lienzo de gran carga matérica y fantástica armonía de colores.
Otras obras se alejan del impresionismo para mostrar la habilidad de la rumana con el dibujo como vemos en I Lost My Heart. Y no nos podemos olvidar de su tercera vertiente artística: el paisaje (La mare) que, no obstante, parece menos interesante para ella en esta fase de su producción.
Para terminar, reseñar un par de obras sorprendentemente diferentes dentro de su trayectoria y en las que parece ensayar una nueva vía de expresión, una nueva abstracción, más personal, menos colorista, en la que experimenta con las sensaciones táctiles, el relieve y la inclusión de piedras reales formando un lúgubre pero delicioso collage. (Lacrima Pesterii, Peisaij din pestera). Estas cuevas de Bissinger nos confirman que su pintura no se detiene en busca de un nuevo motivo.
Te invitamos a visitar la galería de Elena Bissinger en Artelista.
Comentarios recientes