«Yo busco, no encuentro». Amador García se atreve a contradecir al tótem mayúsculo del arte del siglo XX. Efectivamente, Picasso dijo una vez que lo suyo no era buscar, sino encontrar. Y a fe que encontró… Por su parte, Amador cree que lo importante no es el destino, sino embarcarse en un viaje, una expedición a través de las últimas tendencias del arte, sin perder de vista las vanguardias del siglo XX.
El viaje zigzagueante
El arte verdadero se cuece lento, solo así mana la sustancia. Amador García lo sabe y, por eso, nunca ha tenido prisa en cocinar su obra. La consolidación de un estilo no es una clausula de obligado cumplimiento. El hecho de saltársela le ha permitido experimentar con múltiples facetas temáticas y técnicas.
Por ejemplo, hace unos meses disfrutamos con un proyecto digital partiendo del uso del Photoshop en el que el artista andaluz jugaba con el collage de fotografías antiguas, rostros, esculturas y detalles de obras pictóricas que daban como resultado unas piezas de travieso y, por momentos, inquietante surrealismo.
No en vano, el pintor nacido en Aljaraque (Huelva), tiene una gran experiencia en el ámbito del diseño, vertiente que aprovecha sin ambages para su obra pictórica. Graduado en Artes Aplicadas y Oficios Artísticos en 1990 en Sevilla, dedicó su vida profesional al diseño gráfico y al cartelismo trabajando en unos populares grandes almacenes. Finalmente, Amador García decidió que le debía más tiempo a su arte.
La primera etapa de su pintura se denomina «retazos», según sus propias palabras, dándose en ella una confluencia de diferentes tendencias artísticas. El «viaje zigzagueante» de Amador a través de su propio arte desembocó después en sus «volumetrías» prescindiendo de las figuras y experimentando con volúmenes esenciales tomando como base elementos tanto naturales como ingenieriles.
De ahí pasó a los desguaces de coches… Se recorrió buena parte de su provincia fotografiando desguaces para luego inspirarse en estas instantáneas para trabajar con un estilo más realista que contrastaba con sus volumetrías precedentes.
Última estación: paisajes urbanos
En su última exposición en Punta Umbría hace unos años ya podíamos detectar la «estación» en la que Amador García se iba a detener una temporada: una suerte de paisaje urbano en el que las figuras vuelven a reclamar su espacio.
Usando acrílico sobre tabla y en pequeño formato, el pintor andaluz ha generado una serie de obras que pueden dejar perplejo al espectador desde un punto de vista emocional. La frialdad con la que se colocan las figuras en un espacio limpio y esencial, en el que dominan las líneas rectas y los volúmenes sustanciales, puede despertar tanto una sonrisa como un rictus de inquietud.
¿Qué sucede en esos paisajes urbanos? La deliberada falta de conexión entre figuras y entorno, la ausencia total de atmósfera, crean esa desorientación que aparecía también en aquellos sensacionales paisajes metafísicos de De Chirico. Algunos de los títulos de esta serie como La Sombra es alargada o El de la gorra parece sugerir que Amador García ha tamizado con un humor estos paisajes urbanos tan sui generis.
No obstante, sus últimos experimentos digitales sugieren que el pintor onubense ya está preparando la maleta para ponerse otra vez en marcha hacia un nuevo rumbo artístico.
Te invitamos a visitar la galería de Amador García en Artelista.
Comentarios recientes