Arquitectura, geometría y luz. Estas son las claves para comprender la desconcertante obra del danés Hammershoi. Un pintor, quizás algo desconocido, pero que ocupa un lugar destacado en la historia del arte como heredero de Vermeer y precursor de Hopper.
Probablemente para un espectador de nuestro tiempo, el intimismo minimalista de Vilhelm Hammershoi (Copenhagen, 1864- 1916) irradie un intenso sentimiento de calma. Nada que ver con lo que la austeridad y la quietud de sus pinturas provocaban en el ánimo de la mayoría de sus coetáneos. Y, de hecho, si se observan con atención, sus lienzos pueden volverse realmente inquietantes, pues encontramos puertas que no tienen asas, patas de la mesa con sombras imposibles o masas negras en mitad de una sala llena de luz.
El retrato que realizó de su hermana Anna con veintiún años, su primera obra a gran escala, ya avanzaba muchas de las características de su pintura: la puerta blanca, el vestido de color oscuro, el uso de una gama cromática sombría y muy refinada de grises y ámbar, la sobriedad o la introspección de la retratada. Hammershoi repitió una y otra vez estas preferencias en sus trabajos junto con su gusto por el retrato de espaldas y los interiores. Llegando a confeccionar más de 60 imágenes del apartamento donde vivió con su esposa Ida en Copenhagen. Un piso abarrotado de muebles y de cuadros que el danés eliminaba o reorganizaba para crear sus composiciones. ¿Por qué?
Hammershoi estudió, como sus antecesores de la Edad de Oro, en la Real Academia Danesa. Abandonó esta institución en 1883 para finalmente desarrollar un estilo propio que recogía la influencia de artistas como el americano Whistler o los holandeses Vermeer y Pieter de Hooch. Este influjo se aprecia en el juego visual que recrea en escenarios con puertas abiertas y ventanas al fondo. Aunque, él no utilizaba este recurso para conectar el interior con el exterior o revelar algo, salvo una franja de luz. O, simplemente, el reflejo de la luz solar pasando a través de la ventana e iluminando el polvo en el aire.
En otras pinturas, como Descanso (1905), introduce una nueva sensualidad mediante la figura de la mujer, contrarrestando así la fría geometría. Las jóvenes, de espaldas, llevan el pelo recogido con escasos mechones sueltos. El cuello, libre, recibe la luz. Este gesto recuerda al lienzo de Friedrich, Mujer en la ventana (1822), en el que la luz también golpea la parte posterior de la nuca de la muchacha. El danés, además, incluye el desbotonado de la blusa que insinúa la blancura de la espalda, en contrapunto con la copa en forma de flor situada encima del mueble.
Lo cierto es que Hammershoi buscaba la belleza en las líneas y en el contenido arquitectónico de las imágenes, especialmente, en las habitaciones vacías. Y la hallaba en su equilibrio, resaltando o prescindiendo de ciertos detalles con el objetivo último de retener la armonía en sus composiciones.
Hola Amigos…
Me gusta la pintura, tengo unos cuadros hechos por mi,marinas y paisajes,soy un pintor autodidacta, vivo en Venezuela podría vender mis obras en su pagina y como haría díganme que tengo que hacer,reciban un saludo muy cordial