En el otoño de 1904, el joven George Bellows llegó a Nueva York y tan sólo veinte años después, cuando su prometedora carrera aún estaba en progreso, murió. Muy diferente fueron las circunstancias de Edward Hopper, su coetáneo exacto, que tardó más que Bellows en desarrollar su genialidad, pero le sobrevivió casi medio siglo. Ambos fueron alumnos del gran Robert Henri, impulsor de la Escuela Ashcan.

Anciana española. 1914. Robert Henri

Anciana española. 1914. Robert Henri

 

Al terminar sus estudios, Henri (Ohio, 1865- Nueva York, 1929) se dedicó a la pintura y a la enseñanza. Hacia 1892, comenzó a dar clases a cuatro ilustradores de Filadelfia: William Glackens, George Luks, Everett Shinn y John Sloan, quienes ya habían compartido experiencias en varios periódicos locales. Entre 1896 y 1904, se trasladaron a Nueva York y junto con su mentor formarían el grupo de Los Ocho, el cual se convertiría en la primera generación de la Escuela Ashcan. La segunda oleada la compusieron los alumnos de Henri de Nueva York, entre los que destacó Bellows. Precisamente el nombre del grupo, traducido como Escuela del cubo de basura, se originó a partir de un dibujo suyo titulado Disappointments of the Ash Can, publicado en el Philadelphia Record en 1915.

Nieve en Nueva York. 1902. Robert Henri

Nieve en Nueva York. 1902. Robert Henri

 

Henri pasó varias temporadas en París, Madrid y Roma, donde tuvo la oportunidad de acercarse a grandes maestros europeos. Especialmente le interesaron El Greco, Hals, Velázquez, Vermeer, Goya, Daumier y algunos más recientes como Manet o Degas. Decidió abandonar los modos académicos y adaptar esos conocimientos a sus creaciones. Optó por una pincelada empastada, rápida, sin dibujo previo y el manejo de una paleta más oscura. Pero, aún más, quiso dejar a un lado los estilos para entregar su pintura a la vida.

Noche en el club. 1907. George Bellows

Noche en el club. 1907. George Bellows

 

Credo que transmitiría a sus discípulos y única norma para los artistas de la Escuela Ashcan. Quienes registraron la descarnada y ajetreada actividad de la vida urbana en sus lienzos. Reflejaron la otra cara del progreso económico y captaron la realidad de los barrios marginales y de los trabajadores e inmigrantes pobres. No obstante, no renunciaron al paisaje o a cualquier tema que quisieran pintar porque sólo estaban comprometidos con la libertad.

Excavación en la noche. 1908. George Bellows

Excavación en la noche. 1908. George Bellows

 

Fue el caso de Bellows (Ohio, 1882- Nueva York, 1925), que alcanzó la fama con sus imágenes de combates de boxeo y con sus escenas arenosas de Coney Island. Aunque, también, retrató el tráfico a hora punta en Times Square, el trabajo en los astilleros, la construcción de la estación de Pensilvania, a niños jugando en la calle o bañándose en el East River, la nieve en Riverside Park o cubriendo el río Hudson.

Cliff Dwellers. 1913. George Bellows

Cliff Dwellers. 1913. George Bellows

 

En sus pinturas es fácil observar la crudeza de Goya, la sátira de Daumier, la carnalidad de Manet o el color y el gesto de Velázquez. Bellows escudriñó la realidad urbana a través de una mirada naturalista y contemporánea que no dudaba en sacar provecho de lo aprendido.