Ernst Fuchs (Viena 1930 – 2015) destacó pronto por su virtuosismo en el dibujo. Estudió en la Academia de Bellas Artes de Viena, donde estableció contacto con sus futuros compañeros de la Escuela Vienesa de Realismo Fantástico. A lo largo de su trayectoria artística experimentó con una gran diversidad de técnicas y llegó a realizar trabajos de arquitecto y compositor.
Estudió profundamente las raíces iconográficas y simbólicas de la cultura occidental partiendo de la tradición judaica y de las técnicas utilizadas a lo largo de la historia del arte a partir de su propia experimentación artística. Elaboró un lenguaje propio que destaca por una visión muy personal de algunos símbolos culturales, generalmente hebraicos y nórdicos, reinterpretando figuras mitológicas como la esfinge y el unicornio, entre otros.
Tuvo como referentes antiguos a El Bosco, Matthias Grünewald o Pieter Brueghel, y otros de más modernos como Jean Cocteau, Max Ernst y Salvador Dalí. Cabe destacar la especial relevancia que este último tuvo en la obra de Fuchs. Su estilo se podría considerar como una mezcla entre Surrealismo, Simbolismo y tradición figurativa, con una fuerte presencia religiosa y mística.
Tomó para él mucha importancia la belleza femenina, la representación de monstruos y, especialmente, la iconografía religiosa. Se puede apreciar un fuerte gusto por la línea decorativa y los ornamentos modernistas. Sus fuentes de inspiración eran básicamente literarias, como los Cuentos de Hoffmann, las Leyendas Artúricas y, evidentemente, la Biblia.
Sus primeros trabajos de la década de los 50 destacaron por el carácter apocalíptico y catastrófico que surgía del contexto post-bélico y la desolación de Occidente. Representaba cuerpos corroídos por la hambruna, la putrefacción y las deformaciones. También encontramos referencias a los campos de concentración. En esta época, sus obras tuvieron una fuerte base religiosa.
A partir de los 60, sus obras dejaron de tener un formato miniaturista y pasaron a ser más monumentales. Es en estas obras en las que muestra su particular reinterpretación de las arquitecturas de las civilizaciones antiguas.
En 1978 inició una nueva fase caracterizada por el uso de tonalidades más claras y composiciones menos complejas. Empezó a interesarse y reflexionar acerca de la mitología germánica y empezó a crear series relacionadas con la leyenda de Lohengrin. También fue a partir de este momento cuando empezó a diversificar su creación artística, diseñando el vestuario para algunas óperas wagnerianas y esculturas de gran formato. También experimentó con la arquitectura aplicando su visión fantástica a un hotel y a una iglesia, culminando estos experimentos en la decoración y restauración de la Villa Otto Wagner en la cual trabajó durante diez años y que desde 1988 puede visitarse como Museo Ernst Fuchs (Viena) donde contemplar sus trabajos más importantes.
La relación de amistad e influencia que unió a Dalí y Fuchs fue muy importante para la carrera del austriaco. En 1947, Fuchs pudo visitar una exhibición de obras surrealistas entre las que se encontraba una obra de Dalí que impresionó al primero. En ese momento decidió que tendría la misma precisión en el dibujo.
Fuchs deseaba conocer a Dalí y en 1951 fue a visitar una exposición sobre la obra del pintor catalán en la Galería Raymond Weil. Dentro de la galería, Fuchs se encontró por sorpresa con Dalí y aprovechó para enseñarle sus dibujos y obras, y éste le dijo: «Tú eres el Dalí alemán«. En ese momento empezó una larga relación de amistad entre ambos artistas.
Ernst Fuchs reconoció en sus memorias que Dalí fue su mayor influencia y que lo que más le impresionó de su obra fue «la calidad de ese dibujo tan realista creado a partir de cosas completamente imaginadas.»
Fuchs fue un arduo defensor de la comercialización del arte. En una entrevista para Visionary Revue sobre su relación con Dalí, lo defiende de las críticas acerca de su manera de promocionar su arte y su estatus de showman. Para Fuchs, la comercialización del arte debería formar parte de los estudios artísticos, para que todo artista supiera vender su obra, al fin y al cabo, el artista era un mercader en el pasado. Fue muy crítico con aquellas opiniones que pretendían esconder una realidad: para bien o para mal, el arte siempre ha sido un negocio.
Sobre la calidad de excéntrico de Dalí, Fuchs dijo: «[Era] Una persona muy dulce. Todo el mundo lo veía como a un excéntrico, pero siendo yo mismo un excéntrico, le veía distinto. Todas sus extravagancias no eran para nada extraordinarias. La única diferencia es que él no las escondía.» Destacó también la facilidad para entenderse entre ambos y de poder ser completamente honestos con el otro, especialmente en lo que respecta a la religión (Católica / Judaica).
Otra nueva aportación al conocimiento de la historia del arte que debemos reconocer y agradecer al amigo Moisés Fernández. Dalí infuencio a generaciones de artistas de alguna manera, yo incluido, pero este que nos presentas, es ademas de muy original muy bueno, pero como muchos otros no tan conocido y traerlo a la luz es muy importante. Porque es hacerle justicia.
Seguiremos con interés estos temas que creo siempre serán bien recibidos, sobre todo por los artistas.