¿Es el arte un lujo? ¿Qué importancia le damos? ¿Cuánto invertimos en arte?. En las respuestas a estas cuestiones encontramos algunas de las claves que explican las cifras tan descafeinadas del arte en España. Dadas a conocer por la Fundación Arte y Mecenazgo a través del estudio El mercado español del arte 2014, realizado por Clare McAndrew, fundadora y directora general de Arts Economist.
La salud del mercado del arte español es delicada. A pesar de que ha conseguido un 3% más de ventas en galerías y subastas respecto al año anterior (2012) y ha registrado el tercer año consecutivo de crecimiento. Los números muestran fragilidad y se mantienen prácticamente iguales que al inicio de la crisis. En los últimos diez años, hasta 2013, el mercado español creció un 68%, porcentaje muy inferior al obtenido a nivel mundial, del 155%.
Y es aquí donde peor se sitúa España. Si bien es cierto que, en Europa, las cifras pasan el corte, posicionándose en la sexta plaza con una cuota de mercado del 2%, detrás de Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Austria. Si se mira a nivel mundial, la situación se agrava. El año pasado sólo el 1% de las ventas globales fueron procedentes de España. Un dato que se muestra desfavorable al compararlo con países de nuestro entorno. Por ejemplo, Francia alcanzó el 6%. A esto hay que añadir que el mercado español tiene precios mucho más bajos que los de la media europea.
¿Por qué se dan estos números? La crisis económica ha afectado y mucho, pero el informe apunta más direcciones.
Paradójicamente a la coyuntura general de crisis, la cifra de españoles con un patrimonio que llega a los 800.000 euros ha aumentado un 24% entre mediados de 2013 y la primera mitad de 2014, computándose 465.000 personas que manejan, al menos, esa suma. Por lo que, una de las principales conclusiones que se extrae del estudio es que en España hay riqueza, pero no se emplea en arte.
La fisura comienza en la educación. En la falta de una mayor formación humanística en los ciclos educativos que ahonda la escasa tradición coleccionista. Convirtiéndose en un sector con el que la mayoría apenas tiene contacto. Y, cuando lo tiene, es mediante la difusión en los medios de comunicación de alguna venta desorbitada. Extendiéndose una concepción del arte como algo elitista y accesorio.
Los ricos no invierten y los demás lo perciben como algo ajeno e inaccesible. ¿Qué hace el Gobierno?.
La Administración subraya la premisa elitista. Continúa considerando el arte como un bien de lujo y asignándole una prioridad muy baja. Lejos de buscar incentivos, como pretendía con la desechada Ley de Mecenazgo, aplica medidas fiscales distantes a cualquier estímulo.
Como se valora en el estudio, la diferencia entre las condiciones fiscales impuestas al arte en unos y otros países puede provocar la migración del mercado. Así, el elevado IVA puede convencer a clientes extranjeros y a coleccionistas del país para que compren fuera.
Esta mentalidad tan ajena a la anglosajona, que entiende el arte como cultura y acepta que esta genera beneficios económicos, perpetúa la precariedad que padece el sector y que los números reflejan.
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