Antes que nada, ¿puedes hablarme un poco de ti?
Soy ante todo un artista, un soñador más, que nació en una isla del Caribe muy especial. Hijo de dos grandes artistas, heredé y aprendí de ellos el amor por el oficio y la creación.
¿Cuándo y por qué empezaste a pintar?
Comencé a estudiar en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro con 13 años. El Obispo Espada y la Real Sociedad de Amigos del País piden al pintor de la corte y director de la Real Academia de Bellas Artes de Madrid, San Fernando, Don Francisco de Goya y Lucientes para que interceda ante los Reyes Católicos para que den permiso de establecer en Cuba una Academia como la española y a su nivel.
La Academia de San Alejandro fue inaugurada en la Sociedad Económica de Amigos del País el 12 de enero de 1818, como escuela de dibujo y pintura. Su primer director fue el pintor francés Jean Baptiste Vermay.
Lo hice, en contra de la voluntad de mi padre, quien era ya desde hacía mucho uno de los grandes maestros de las arte plásticas cubanas, cuando me faltaban meses para graduarme me llamó a filas el Servicio Militar Obligatorio por tres años. Terminé mi cuarto año de pintura en la Academia, de noche, como trabajador y así continué estudiando, 4 años de Diseño Gráfico y luego 5 más para licenciarme en la especialidad de Grabado en el Instituto superior de arte, de la Universidad de la Habana. Pero a pintar, lo intenté desde siempre. Aunque para ser honesto, creo que seriamente después de dominar el oficio y encontrar mi lenguaje, hablamos de unos 25 años atras. Firmo como Carmelohijo por llevar el mismo nombre que mi padre quien por ejemplo fundó La Asociación de Grabadores de Cuba en el año 1948.
¿Cómo crees que deben ayudarse una galería y sus artistas?
Por supuesto. Deben estar bien coordinados, poder intercambiar ideas e incluso poder juntos ejecutar estrategias de ventas que en casos específicos, puedan dar buenos resultados. El artista debe ser honesto y dar lo mejor de sí, no sentirse satisfecho nunca y siembre superarse, mejorar, pulir su trabajo y su imagen y estar siempre atento a las notificaciones que reciba de la galería. La galería debe saber ver, reconocer y apreciar el trabajo del artista, más allá de preferencias personales, gustos o modas; la parcialidad en este sentido hace perder más que ganar clientes. Y por supuesto promocionar el talento que sobresale con buen oficio a diferencia de lo comercial, cotidiano y repetitivo. La galería debería establecer diferencias entre profesionales del arte, artistas que empiezan su camino y aficionados para que el público interesado no se canse buscando en un laberinto de color y formas donde puede perderse o aburrirse.
¿Qué consejo darías a aquellos artistas que empiezan a mostrar su obra?
Que sean coherentes en la primera muestra sobre todo, que comprendan que deben tener un sello, una manera única de crear, para ser identificados y originales. Que deben tratar ser contemporáneos y que hay muchas maneras de serlo. Que el dominio del oficio facilita el poder hacer y decir, y que nunca se domina del todo aunque hayamos terminado una academia. Un título o un premio no quiere decir nada. La obra es la que dice el resultado y el nivel del creador, haya estudiado o no.
¿Cómo vendiste tu primera obra? ¿Hay alguna con la que sientas una mayor conexión?
No recuerdo cuando vendí mi primera obra, ha pasado mucho tiempo. Pero nunca olvidaré la primera que vendí bien. Fue en una exposición en un congreso en El Palacio de las Convenciones de Cuba y me la compró la Pinacoteca de La Universidad de Toronto en Canadá. La obra se titulaba Madonna negra.
Todas mis obras son como mis hijas, pero La Inocencia perdida, es una de mis preferidas y muy bien votada en su momento en Artelista.
¿Qué es el arte para ti? ¿Qué papel juega en tu vida?
Es mi razón porqué vivir, lo que soy y que me diferencia. La pintura es un lenguaje que me comunica con el público, que me permite expresarme. Porque no me interesa la pintura hedonista, necesito hacer pensar, que busquen el o los mensajes inmersos en la obra. Cuando no estoy pintando estoy pensando y resolviendo mentalmente mi próxima obra, casi nunca hago bocetos, porque pinto de memoria, sin fotos, salvo en casos muy especiales para lograr detalles de objetos que son muy complicados.
Defines tu arte como Simbolismo Estructural, ¿puedes explicarnos de qué se trata?
El Simbolismo Estructural, como su nombre indica, es una estructura encadenada de símbolos que conducen dentro de una idea o tema a una reflexión final dentro del mismo. Cambiando el significante y su orden, cambia el significado. Aunque es viable que se encuentren más de un significado y también es válido. Lo entendí en mi primera exposición personal. Entonces, hace más de 30 años encontré en la galería a un grupo de personas alrededor de una de mis obras. Me acerqué y allí entre la obra y el público alguien vestido como un simple obrero explicaba al detalle mi obra. Era viable la explicación que daba, correcta, pero no era exactamente lo que yo quería decir. Mi ego me hizo acercarme y cuando terminó, como nadie sabía quién era yo, traté de dar mi explicación de mi obra, de lo que yo quería decir. Todos me oyeron en silencio y cuando terminé, aquel hombre, que después supe era un tabaquero, me miró, miró la obra y me dijo: Usted no sabe nada de pintura!
Te cuento la historia del nacimiento del Simbolismo Estructural en mi pintura. En 1999 me invitaron a hacer una expo personal en Cataluña. En un pueblo llamado Sant Esteve Sesrovires, que hizo un hermanamiento con La Habana. Expuse en una linda y moderna galería en el Centre Civic. Un amigo periodista, escritor y editor catalán, que ya conocía de Cuba fue a ver las obras que iba a exponer y se brindó a escribirme las palabras del catálogo.
Coincidió que en ese momento estaba editando un libro de un escritor y filósofo catalán, Joan Fortea, con quien había intercambiado impresiones sobre el movimiento filosófico estructuralista. Al que también tuve el gusto de conocer en aquella oportunidad. Al ver mi obra y comprender la relación en cadena que yo establecía entre mis símbolos para conducir al espectador a una idea, a una reflexión entre el significante y el significado. Algo más complejo que lo que parece a primera vista. Inmediatamente me dijo: «Es que tú, sin darte cuenta estás pintando un simbolismo estructural.» A lo que yo, al oír sus postulados y explicaciones estuve totalmente de acuerdo. Hizo las palabras del catálogo, pero era muy modesto y quiso pasar al anonimato cosa que aún hoy respeto, y las firmó con un seudónimo: Adolfo Mena González. Yo le pregunté porqué, que quién era ese Adolfo Mena. A lo que me contestó: «Era el nombre que uso el Ché en la guerrilla en Bolivia, es lo más cercano que puedo usar para las palabras en un Catálogo de un gran pintor y amigo cubano.»
Nunca lo olvidaré, desde entonces ese es mi modo de expresión pictórica.
¿Cuáles son tus fuentes de inspiración? ¿Te identificas con algún otro artista?
Me inspiro en el mundo que me rodea y lo critico o represento. Mi obra se convierte en mi punto de vista, en una instantánea de mi tiempo a manera de red o estructura de símbolos, que relacionados conducen a una reflexión sobre un tema actual que de hecho, hace contemporáneo mi trabajo.
En el comienzo todo artista es influenciado de una u otra manera en la búsqueda de un lenguaje propio. Pero reconozco aún hoy la influencia de la obra de mi padre en la mía. Quizás porque me enseñó mucho más del oficio que todas las academias juntas en donde estudié. Y porque como él, pinto por veladuras sobre Verdaccio.
En tu proceso creativo, ¿tienes alguna costumbre, práctica o manía que sea peculiar o curiosa?
Cuando resuelvo en mi mente un tema, tengo que ponerme a pintarlo aunque sean las 5 de la madrugada. Siempre pinto con música, como músico frustrado soy un gran coleccionista, quizás porque según mi estado de ánimo y la complejidad de la obra es el tipo de música que necesito oír, para ponerme en marcha.
¿Has realizado alguna exposición últimamente, qué puedes contarnos? ¿Tienes algún proyecto nuevo en mente?
Desde el 2011 no expongo personalmente. Colectivamente sí. Tengo varios proyectos, porque estoy trabajando en varias series a la vez. Boxes, Del éxodo y lo real maravilloso, el pasado año terminé la Serie 12 Sillas y Objetos flotantes. O sea, tengo variantes para presentar, el donde es lo que no tengo claro. Pienso que por algunos de mis temas sería muy bien entendida mi obra en Latinoamérica, Norteamérica y el Caribe. Aunque otra parte de mi obra ya es algo europea.
Podrías recomendarnos:
Un artista: El Bosco.
Una obra: Retablo de El Jardín de las delicias de El Bosco.
Un libro: Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.
Una película: El Padrino.
Muchas gracias.
Te invitamos a visitar la galería de Carmelo González Gutiérrez en Artelista y la crítica sobre su obra.
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