Múnich, 1911. La irrupción de un grupo de artistas, que respondían al nombre de Der Blaue Reiter (El jinete azul), alteraba la imparable trayectoria deformista del expresionismo. Su propuesta consistía en sustituir esa alteración violenta y salvaje de la realidad por líneas y colores que, en armonía, reflejaran valores espirituales.
Franz Marc (Múnich, 1880- Braquis, 1916) fue uno los fundadores del grupo y su alegoría El sueño (1912), uno de los lienzos que mejor recogen esa visión mística de la naturaleza que tanto pretendían. Aquí el pintor alemán presenta una escena de noche, como deja entrever el color negro del cielo del fondo. A la izquierda, la casa amarilla parece establecer un punto de contacto con la realidad, mientras que, en el centro, la presencia de la figura femenina desnuda y rodeada de animales insinúa el entendimiento entre el ser humano y el mundo natural.
Marc sentía un profundo apego por los animales y, en especial, por los caballos, a los que convirtió en criaturas mágicas y en elementos esenciales de su pintura. El otro fundador del Der Blaue Reiter, Vassily Kandinsky (Moscú, 1866 – Neuilly sur Seine, 1944), compartía ese gusto por los corceles y, además, por la figura del jinete. De hecho, esta imagen aparece repetidas veces en su obra como encarnación de la regeneración espiritual que, en su opinión, necesitaba el arte. Igualmente, el azul agradaba a ambos y, como el resto de los colores, guardaba un valor simbólico. En concreto, emanaba un sentido espiritual y, a la vez, intelectual, permitiendo así la tan anhelada purificación de la materia artística. No es de extrañar que el nombre del grupo, El jinete azul, surgiese casi de forma natural.
Kandinsky, por su parte, representa esta renovación artística, que va más allá de una manifestación realista y se adentra en los rincones más puros del alma, atendiendo a las cualidades evocadoras de la música. Este concepto fue apoyado por Klee, uno de los principales miembros del grupo, junto con Macke, Jawlensky, Campendonk y Gabriele Münter. La mayoría de ellos ya habían trabajado juntos en la Nueva asociación de artistas de Múnich, creada hacia 1909 y de la que fue presidente Kandinsky. Sus obras participaron en el conocido Almanaque del grupo, publicado en 1912, y que reunía textos y pinturas afines a su criterio.
El Der Blaue Reiter albergó influencias cubistas, futuristas y fauvistas, así como la mística del romanticismo alemán. Su duración fue efímera. En 1914, celebraron su última exposición ya que, con la Primera Guerra Mundial, el grupo quedó huérfano. Marc y Macke murieron en la contienda y Kandinsky regresó a su país. No obstante, el Der Blaue Reiter estaba destinado a tener una gran relevancia en la futura vida artística europea, pues, había transformado los planes del expresionismo.
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