Gali Street es una calle de Tiflis, la capital de Georgia. Luka Jikia tomó una imagen de esta calle para elaborar una de sus sinfonías de color. Solo las siluetas de los edificios y el cielo indulgentemente azul se escapan del festival de color que Jikia aplica al lienzo. Los reflejos en las paredes de las casas y en el suelo nos invitan a entrar en un mundo inestable pero prometedor.
Es el mismo mundo, pero aún más onírico, el que domina Tree of Dream. Los colores son fijados con el alma y el subconsciente buscando una armonía compositiva que se independiza del reflejo del natural. Todavía vemos un árbol aquí y una montaña allá, pero son las gotas de pintura que descienden a través del lienzo y el fuerte contraste entre el negro, el gris, el amarillo y el azul lo que realmente capta la atención del espectador. Un árbol y un sueño, un horizonte de color en el que todo es posible.
Luka Jikia (Rustavi, Georgia, 1994) parte del color como elemento expresivo para sus paisajes y para buena parte del resto de su obra. No es difícil ver tanto en Gali Street como en Tree of Dream recuerdos de las experimentaciones de los Nabis o los fovistas, aquella generación de pintores que cambiaron el enfoque del uso del color en la pintura. Un caballo podía ser azul y un río rojo. El color es símbolo, el color es poesía que se fija en lienzo como verso libre.
El verso libre de Luka Jikia experimenta con la abstracción en Broken City, un paisaje urbano de estética y talante diferente. Lo que en Tree of Dream o Gali Street era sueño e inocencia, hogar y nostalgia, en Broken City transmuta en ahogo y alerta. Los tonos rojos que se esparcen por el cuadro como navajazos anuncian duelo y la superposición nerviosa de raspaduras y capas de color arañado asfixian esa ciudad rota y a sus habitantes.
Y en el extremo abstracto del paisaje de Luka Jikia encontramos dos obras en las que el color vuelve a seducir al espectador. Sunset es un cuadro pesado y denso gracias a la rugosidad del material. Esos bajorrelieves que dominan el lienzo generan una sensación rítmica en su lectura que parte del sol rojo de la zona supeior, como un sello lacrado y que desciende hacia el negro más negro con curiosas figuras esquemáticas de la zona inferior. Por su parte, Love in the Winter es como la brisa matutina de un amor primaveral. Los blancos y los rosados junto a ese punto rojo rodeado de un aura amarilla nos devuelven al principio: al deseo de salir, respirar y amar.
Además de paisajes urbanos en los que el color es elemento determinante tanto a nivel compositivo como metafórico, Luka Jikia también cuenta con obras en las que la figura humana es la protagonista. Pero es una figura huidiza y dislocada envuelta en tramas cubistas y decorativas en las que el color comparte protagonismo con una línea gruesa que remarca contornos y fija símbolos. Si en este Male & Female, las figuras humanas entrelazadas surgen de un marco gris que las rodea en otro Male & Female existe una mayor sensación de quietud en dos figuras de aroma étnico que están reducidas a formas geométricas dominando los amarillos y los azules entre cruces y números. Y ese punto rojo rodeado de amarillo que ya veíamos en Love in the Winter…
Mucho amor en la pintura de Luka Jikia, aunque también haya espacio para obras como Emigrant en las que el pintor georgiano aparca momentáneamente su afición por las armonías de vivos colores reduciendo en este caso su paleta a apenas tres tonos. El resultado, no obstante, es brillante gracias a la distribución en bloques, casi como viñetas de cómic. Una historia por descubrir, como el resto de la pintura del joven Luka Jikia.
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