Decenas de aviones que surcan un cielo negro como el mal sobrevolando una agitada ciudad repleta de mensajes atronadores: “No fucking sense”. El sinsentido de las guerras es el impulsor de No Sense, una de las últimas obras de Alfonso Sánchez. Pero el pintor alicantino, tal y como él mismo advierte, no trata de incrustar un mensaje en su obra, más allá de lo irrebatible. En un mundo saturado de crónicas tendenciosas y opinadores de colmillos afilados, reconforta que el arte siga su camino.
El magnetismo de la pintura macroesquemática
¿Y cuál es el camino del arte? El que sigue Alfonso Sánchez descubriéndose a sí mismo en cada pincelada, estableciendo un diálogo con sus emociones, sin filtros, sin pies de foto más allá de la pulsión de la textura y el color. Esa pulsión que el artista alicantino también siente observando la pintura macroesquemática de su tierra natal y que traslada a alguna de sus últimas obras.
Como cualquier artista que aún se está descubriendo a sí mismo, mirar hacia el pasado remoto es una necesidad, se trata de encontrar un asidero para afrontar la incertidumbre del presente. Porque antes de establecer hacia dónde vamos, conviene recordar de dónde venimos. En El hombre de la sombra, Sánchez recuerda las misteriosas pinturas macroesquemáticas de Pla de Petrarcos: de nuevo sobre fondo negro, el artista destaca las figuras de orantes que elevan sus brazos hacia el cielo redentor, entre una trama de manos, signos y esquemas. Un sutil uso del rojo termina por dotar a esta obra de un enigmático magnetismo.
Con una temática similar, pero con un uso del color radicalmente distinto, Orante psicodélico hace honor a su nombre. El orante de las pinturas macroesquemáticas domina la composición: una figura asexuada de tronco alargado que destaca por la posición de sus brazos en actitud suplicante, rogando por una buena cosecha… más o menos igual que ahora, ¿no? En esta ocasión, Sánchez envuelve al orante en una atmósfera de color vibrante, el reverso luminoso y expresionista de El hombre de la sombra.
Si bien todo arte es en realidad “expresionista”, pues el artista nunca puede aislarse por completo de la expresión de sus emociones en sus actos artísticos, lo cierto es que Alfonso Sánchez se siente cómodo dejando fluir sus emociones más súbitas donde el pintor encuentra el material ideal para experimentar con las texturas y el color.
Expresionismo luminoso y susurrante
Algo así sucede, por ejemplo, en Pink Movements o No thinking only painting 3, cuyo título es elocuente: el exceso de reflexión puede cercenar la inspiración cuando se trata de manifestar la emoción pura. Para lograrlo, el pintor alicantino se deja ayudar por la música, la mejor compañía cuando se trata de establecer una atmósfera adecuada para que fluya la creatividad.
El cine y los viajes son otras de las fuentes de inspiración de Alfonso Sánchez. En Blade Runner, el pintor acude un clásico para cimentar una obra reconfortante gracias a esa suerte de niebla rosa tras la que se adivina un mundo de azules y rojos. El mismo tono, habitual en diversas obras del pintor, es el protagonista de la obra Pink City. La inocencia y calidez que suele irradiar este tono dominan una obra de sutil lirismo.
Porque la producción de Alfonso Sánchez pivota en torno al expresionismo abstracto más gestual en el que, no obstante, se percibe un lirismo y una luminosidad que lo aleja de otras tendencias más inquietantes. Lo vemos en cuadros como Costa da morte dividido en dos secciones verticales en las que vuelve a aparecer la inspiración en las pinturas rupestres combinadas en este caso con las tramas azulejadas. O en Corfú, donde la sanadora luz mediterránea que tan bien conoce el pintor vibra ante un paisaje abstracto que sabe a mar, sal y juventud.
En definitiva, tras solo dos años de dedicarse a la pintura de “forma más profesional”, tal y como indica el propio pintor, Alfonso Sánchez se haya en un punto al que muchos artistas quisieran volver: como cuando te enamoras y la pasión envuelve cada uno de tus movimientos, Alfonso Sánchez investiga las infinitas posibilidades de la textura y el color dotando a su pintura de una poesía dulce y magnética que arrulla al espectador.
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