Pintar es una ocupación solitaria, un oficio silencioso. Ya sea en el taller o al aire libre, el pintor requiere aislamiento y reflexión para abordar la obra. Como (casi) cualquier otra disciplina creativa, la pintura es un arte introspectivo e individual. Pero este aislamiento obligatorio al que se somete un artista debe ser compaginado con una puesta en común de hallazgos y reflexiones con, otros artistas… y con el público. Además de las exposiciones, los concursos son una buena manera de interaccionar y, entre ellos, los concursos de pintura rápida tienen gran popularidad. ¿Merece la pena probar? ¿Se gana dinero? ¿Cómo triunfar en un concurso de pintura rápida? Vayamos por partes.
Los concursos de pintura rápida son un tipo de certamen pictórico de gran popularidad en España. La mayor parte de ellos están auspiciados por ayuntamientos y organismos públicos con el apoyo de empresas o asociaciones locales. Y en la mayor parte de estos certámenes se busca la promoción de la localidad a través del arte pictórico.
¿Y cuáles son las bases de estos concursos? Durante unas horas, los pintores inscritos deberán arreglárselas para terminar un cuadro inspirándose en el paisaje de una localidad. Por eso es ‘pintura rápida’, claro. Las bases de estos concursos suelen decir algo así como “el tema de la obra a realizar es el entorno urbano reconocible del municipio”. Se trata, por tanto, de ofrecer la ‘mejor cara’ de un pueblo. Generalmente, se marca unas dimensiones máximas de la tela o el soporte (1 metro, por ejemplo) que debe estar totalmente limpio para su sellado en el momento de la inscripción, de forma que se eviten trampas por parte de los pintores: presentar un cuadro que ya venga pintado de casa…
¿Y qué tal los premios? Pueden variar desde los 300 euros por un primer premio a los 3000, según las posibilidades de cada localidad. Lógicamente, a mayor cuantía del premio, más competitividad. Porque en los concursos de pintura rápida te encontrarás con mucha competencia.
Consejos para abordar un concurso de pintura rápida
- El reto y la experiencia. Si eres un novato en este tipo de certámenes recomendamos humildad y pragmatismo. Ya llegará el momento de ir a ganar. Si es la primera vez que nos presentamos a un concurso de pintura rápida no creamos que va a ser llegar y besar el santo porque la competencia es dura, por mucha experiencia pictórica y/o nivel que tengamos (o que creamos tener). Muchos pintores rápidos expertos señalan que su mayor error inicial fue la soberbia. Lo primero, aprender, disfrutar del reto, de la competencia y de la experiencia de pintar al aire libre ‘bajo presión’.
- Salir de la (dichosa) zona de confort. No nos gusta nada esta frase hecha, pero así nos entendemos todos. Pasarse la vida en el taller y mostrar la obra a la familia y los amigos es demasiado fácil. Competir es una manera de someter nuestra obra a un juicio más objetivo, a un juicio anónimo. El jurado no sabe quién ha pintado qué obra.
- Trabajar de otra manera. Un certamen de pintura rápida tiene poco que ver con la pintura de taller ya que obliga a trabajar bajo presión, con un motivo concreto y con una limitación temporal. Esto exige un cambio en la forma de pintar, sobre todo si no estamos acostumbrados a esta clase de concursos. Puede ayudar a probar técnicas nuevas, recuperar otras olvidadas y a manejar con destreza la economía de medios. Ya se sabe: el menos es más.
- Observación. Un concurso de pintura rápida exige afinar nuestro sentido de la observación. A menudo, el pintor tiene unas 6 o 7 horas para localizar un motivo a lo largo del pueblo que sea interesante y efectivo desde un punto de vista pictórico. En este sentido, ir a donde va todo el mundo no es práctico. Una perspectiva nueva de un pueblo tendrá más posibilidades de triunfar que el enésimo cuadro de la plaza del pueblo.
- El jurado. Analizar los premios de años anteriores es muy práctico para saber por dónde van los tiros del concurso. Si se suelen premiar paisajes clásicos y ese estilo cuadra con el nuestro será una buena oportunidad. También sirve para adaptar nuestra obra al concurso y tener más posibilidades de ganar.
- Hacer contactos. En estos concursos también podemos entrar en contacto con muchos artistas de nuestro perfil, además de compradores o, incluso, galeristas. En algunos certámenes se venden obras además de las ganadoras. Es una buena manera de intercambiar impresiones y experiencias.
- Consejos técnicos. A nivel técnico, los concursantes más expertos recomiendan llegar pronto al concurso y aprovechar bien el tiempo. Apostar por el formato más grande porque suele tener un impacto más directo, marcar las líneas rectas con regla porque da una sensación de mejor acabado y no usar una gama muy amplia de colores porque complica la ejecución de la obra.
Dentro del mundo de los concursos de pintura rápida existen pintores ‘profesionales’ que recorren España presentándose a 50 o más concursos al año. A menudo, se las saben todas y son rivales difíciles de batir porque van a ganar. Y punto. Para poder competir con ellos deberemos desarrollar una destreza propia de la pintura rápida.
Por otro lado, el exceso de pintura rápida también puede tener consecuencias negativas al asumir determinados tics, sobre todo el hecho de trabajar rápido cuando ya no es necesario. Porque, al fin y al cabo, un concurso de pintura rápida no debe ser más que eso: una experiencia, un reto, una competición, una forma de entrar en contacto con el mundillo… y tal vez ganar algo de dinero extra. Pero a no ser que lo queramos convertir en nuestra profesión, el taller, la reflexión y el silencio seguirán siendo las bases de nuestras mejores obras.
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