La mayoría de grandes colecciones tanto privadas como públicas formadas en los Estados Unidos no tienen más de 150 años, pero esa «corta» trayectoria no les impide ser de una calidad excepcional con piezas de inconmensurable valor que pueblan grandes museos como el Metropolitan Museum y el MoMA de Nueva York, la National Gallery de Washington, así como otros de menor tamaño como el Isabella Stewart Gardner Museum de Boston.
Una vez finalizada la Guerra de Secesión (1861 – 1865), empezaron a surgir las primeras grandes fortunas nacidas de la industrialización del país. Estos empresarios, banqueros e industriales habían ganado su fortuna, generalmente, a base de esfuerzo y duros años de trabajo, y en algunos casos llegaron a crear verdaderos imperios que sobreviven aún hoy en día. Lo que les diferenciaba de la élite europea era su origen, más «humilde» y menos aristocrático. Dedicaron mucho tiempo, dinero y esfuerzo a estudiar la cultura y las tradiciones de sus antepasados europeos, así como imitar el comportamiento de sus coetáneos al otro lado del Atlántico. Otro aspecto que les acabó diferenciando aún más fue que la élite americana contaba con fortunas sin parangón y no tenían reparo en gastar ese dinero, especialmente cuando se trataba de arte. John Pierpont Morgan, Henry Frick, Andrew Mellon, William Randolph Hearst y Peggy Guggenheim fueron algunos de los «nuevos ricos» de la época. Estos coleccionistas viajaban a Londres y París (en algunos casos varias veces al año), centros europeos del mercado del arte, donde se relacionaban con marchantes, artistas y otros coleccionistas, y adquirían grandes piezas e incluso colecciones enteras.
Sin lugar a dudas, lo que acabó por diferenciar estos coleccionistas de sus coetáneos europeos fue el enfoque patriótico y social que otorgaron a sus colecciones. Sentían que esas obras que habían ido adquiriendo debían, de una manera u otra, entregarse a la sociedad que había acogido su fortuna económica. Por ese motivo, la gran mayoría cedió sus colecciones a las instituciones públicas de los Estados Unidos que acabaron conformando algunos de los museos más interesantes que visitar. De esta manera, un país sin apenas historia artística acabó realizando en menos de un siglo (aprox. 1850 – 1950) una adquisición de patrimonio sin precedentes.
Con esta publicación finaliza la serie acerca de la Historia del Coleccionismo y empieza una nueva serie que tratará alguna de las colecciones privadas más interesantes que se han formado a lo largo de la historia del arte, con especial atención a las creadas durante el pasado siglo. Algunos de los coleccionistas a tratar serán grandes magnates de la industrialización de Estados Unidos como Henry Frick, Potter Palmer y John P. Morgan, así como colecciones más actuales como la del barón Thyssen-Bornemisza y Bernard Arnault, entre muchos otros.
Esperamos que este breve recorrido por la Historia del Coleccionismo os haya parecido interesante y estéis atentos a las próximas publicaciones acerca de estos personajes que han logrado crear algunas de las colecciones más completas que hay. En el siguiente listado podréis ver cuales serán los coleccionistas tratados y esperamos que nos indiquéis en los comentarios si hay alguno en especial que os interesaría conocer:
- Potter Palmer (1826 – 1902) y Bertha Palmer (1849 – 1918).
- Isabella Steward Gardner (1840 – 1924).
- John Pierpont Morgan (1837 – 1913).
- Henry Havemeyer (1848 – 1907) y Louisine Havemeyer (1855 – 1929).
- William Walters (1820 – 1894) y Henry Walters (1848 – 1931).
- Henry Frick (1849 – 1919) y Adelaide Frick (1874 – 1931).
- Andrew Mellon (1855 – 1937).
- José Lázaro Galdiano (1862 – 1947).
- Samuel Kress (1863 – 1955).
- William Randolph Hearst (1863 – 1951).
- Archer Huntington (1870 – 1055).
- Peggy Guggenheim (1898 – 1979).
- Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza (1921 – 2002) y Carmen Cervera (1943).
- Juan Abelló (1941).
- Lluís Bassat (1942).
- Bernard Arnault (1949).
- Alicia Koplowitz (1952).
- Steven A. Cohen (1956).
- François-Henri Pinault (1962).
Comentarios recientes