Johann Muschik, historiador y crítico vienés, relacionó el arte fantástico con la Escuela Vienesa de Realismo Fantástico, fundada en 1948 por un grupo de pintores tutelados por Albert Paris von Gütersloh, padre espiritual del grupo. Lo formaban artistas como Ernst Fuchs, Wolfgang Hutter, Arik Brauer, Rudolf Hausner y Anton Lehmden. Influenciados por los descubrimientos acerca del psicoanálisis, se dedicaron a explorar el inconsciente de manera consciente, representando mundos subjetivos controlados por un espíritu racional.
Las temáticas surgían de las tradiciones religiosas y místicas de Occidente y, plásticamente, se contraponían al arte abstracto que dominaba la escena artística de mediados del s. XX. Al principio se los clasificó como surrealistas, pero Muschik los diferenció de éstos por la ausencia de absurdidad, paranoia y alucinación. Las propuestas inconformistas de esta escuela escandalizaron la Viena de posguerra y el contexto artístico internacional representado por el arte abstracto.
La característica principal del grupo era su procedencia, la Austria de posguerra, y la fascinación por la pintura clásica, especialmente nórdica. No poseían ningún manifiesto y, pese a coincidir todos en la Academia de Bellas Artes de Viena, cada uno mantuvo un estilo bastante propio.
La aceptación del público llegó a partir de 1962 cuando tuvo lugar una exposición de 23 artistas que representaban a la Escuela Vienesa de Realismo Fantástico. En 1965 se organizó otra exposición itinerante que viajó por toda Alemania y que les concedió el reconocimiento internacional. Se les pasó a considerar la mejor aportación austriaca al arte de segunda mitad del s. XX. A partir de este momento, cada artista acabó desarrollando un estilo más personal hasta que en 1972 se celebró una exposición retrospectiva en Japón que los juntó de nuevo.
Este grupo resultó muy influyente en la evolución de la figuración fantástica a partir de la segunda mitad del. s. XX, que hoy en día se encuentra representada por artistas como Wayne Barlowe, Zdzislaw Beksinski, George Grie y H. R. Giger.
Este género se caracteriza por la representación de temas relacionados con el folclore y las tradiciones místicas y míticas de los pueblos. Es difícil clasificar a determinados artistas como «fantásticos», ya que cabe la posibilidad de que solo lo sea una pequeña muestra de su obra, como sería el caso de Goya o El Bosco, aunque sí hay otros artistas como Giuseppe Arcimboldo o Paul Delvaux que se pueden definir casi completamente como fantásticos.
Tal y como apunta Walter Schurian en su libro Arte fantástico, este arte ha existido siempre y es por eso que podemos encontrar formas y temas fantásticos en movimientos y estilos tan lejanos en el tiempo como el Manierismo, el Surrealismo y el movimiento Dadá. Por este motivo no se puede tratar al arte fantástico como una escuela o corriente artística, sino como un género en sí mismo.
Puedes ver nuestra interesante colección de Arte Surrealista y fantástico aquí.
Muy interesante artículo, nos ilustra sobre una escuela que aunque interesante, muy bien representada no muy conocida, aunque si lo fue alguno de sus integrantes como Arcimboldo, uno de mis pintores preferidos.
Moises no nos defrauda nunca con su buen gusto y magistral presentación. Seguiremos esperando con atención sus próximas publicaciones.