«Claro que este arte está loco ¿Qué arte no es loco? Cuando no está loco no es arte»
El movimiento Art Brut nació en tiempos de destrucción o, más bien, de reconstrucción cultural. Después de la Segunda Guerra Mundial, un cuarentón Jean Dubuffet toma el relevo al expresionismo abstracto que, hasta la fecha, había sentado las bases de la disolución de las formas y que nutriría a una buena parte de los artistas que simpatizaban con el dadaísmo y el surrealismo en la década de los 20. Es en 1945 cuando aparece el arte marginal que, durante esta época, de marginal tiene poco ya que muestra una realidad generalizada; el dolor, la locura y el desarraigo de una sociedad que había sido azotada por dos guerras en un periodo de no más de tres décadas. Si hay que establecer un núcleo central de esta corriente artística esa es la de la ruptura con cualquier referente cultural precedente.
Dubuffet y el arte en el límite entre la locura y la cordura artística
Toda acción conlleva una reacción de la misma intensidad y en sentido opuesto. Es una ley física básica que explica a la perfección el universo caótico de mediados de siglo. Después de ver la locura de la guerra, hubo otra no menos terrorífica; la de los psiquiátricos repletos de enfermos (y no tan enfermos) que vagaban con la mirada perdida de sesión de electroshock en sesión de electroshoc. La guerra de los pobres contra la inflación, contra la explotación, contra la era industrial que tanto daño les había provocado. Ante esto, el Art Brut se muestra como una corriente artística anti-artística, sin esperanza ni pretensión de redención. Muestra la maldad de un mundo que enseñó a dos generaciones consecutivas la realidad nihilista e incapacitante. La impotencia de verse envuelto en una vorágine que escapa al control por parte del individuo que, a su vez, se sabe controlado por las instituciones.
En la década de los 70, los hijos de la guerra se dieron cuenta de que la cultura les detestaba, les excluía, así que asumieron un concepto que ya existía desde Dubuffet, también llamado Outsider Art por muchos. Y es que a diferencia de la pintura academicista e, incluso, de las formas y paisajes representados por el impresionismo, el Art Brut nace con la intención de desgarrar el concepto estético para demostrar que la verdadera identidad de la pintura es mostrar la muerte, la locura, la psique consumida por la economía y la sociedad, una sociedad que excluye a sus ciudadanos después de haberlos utilizado para unos fines que nada tienen que ver con sus promesas manifiestas.
Los locos de Lausanne o la Collection de l’art Brut de los 70
Dubuffet ya era un anciano cuando, en 1976, se expusieron algunas sus obras de Art Brut en la galería de Lausanne (Suiza). Junto con otros artistas como Wölfi o Aloïse Corbaz se mostró una imagen del mundo aterradora, tosca como debía ser para estos artistas, ausente de la belleza, sugiriendo un «horror vacui» que no era más que el propio vacío existencial que inundaba a algunos de sus autores, como era el caso de Adolf Wölf.
La corriente de la niñez, del autoanálisis y de la introspección. Así fueron definidos por algunos. Para otros solo eran unos locos. Para ellos mismos, eran terapeutas. Los cirujanos de las emociones de la era convulsa que aún nos toca vivir.
Lo realmente complicado de esta exposición para Dubuffet fue la contradicción primordial que le asaltó al verse envuelto en el concepto básico que rechazaba el Art Brut; el mantenimiento formal de las instituciones artísticas, de los movimientos de la tradición artística y, desde luego, rechazo absoluto de la coherencia estilística en el arte. Así, Dubuffet creía en el anti-museo, en el anti-arte. Otras pinturas del Art Brut que están expuestas en la galería de Lausanne apoyaban, en general, la ausencia de lógica. La corriente de la niñez, del autoanálisis y de la introspección. Así fueron definidos por algunos. Para otros solo eran unos locos. Para ellos mismos, eran terapeutas. Los cirujanos de las emociones de la era convulsa que aún nos toca vivir.
Arte-terapia y Art Brut: de los límites de la locura a la sanación
En su momento, nos referimos a la arte-terapia como parte de la psicología del arte, uno de los recursos cada vez más utilizados en terapia psiquiátrica. Lo que muchos no saben es que el Art Brut se definió por ofrecer un experimento que mostraba el éxito rotundo que la introspección y la libertad creativa pueden llegar a tener en la psique de cualquier ser humano. Hoy en día el valor de la arte-terapia está más que demostrado y, prueba de ello, es la cantidad de iniciativas artísticas y expositivas que surgen de instituciones de salud mental. Entre ellas, se pueden destacar el «Centre de Pommeraie» (Bélgica), entre otros.
Siempre nos quedará contemplar la «Société d’outillage» en la Galería Marc Domenech y maravillarnos con la capacidad de Dubuffet y de otros muchos artistas para que la locura encuentre una verdad más allá del frío raciocinio de las formas.
La inclusión de la pintura en el diagnóstico de pacientes y en su posterior sanación ha sido extensamente criticado por los propios artistas de Art Brut, especialmente por Dubuffet Según él, debido a que la intermediación de los médicos en la creación artística de los internos no solo destruye los principios básicos del movimiento sino que limita la expresión pictórica a un mero elemento pragmático y lo aleja de su natural oposición a lo convencional. Sea como sea, siempre nos quedará contemplar la «Société d’outillage» en la Galería Marc Domenech y maravillarnos con la capacidad de Dubuffet y de otros muchos artistas para que la locura encuentre una verdad más allá del frío raciocinio de las formas.
Genial saber que el arte y la pintura pueden ayudar de esta forma, siempre he considerado que la pintura debe ser realmente emocional y llamativa, me gustan los cuadros que transmiten vida y color, como es el caso del atista Gabino Amaya Cacho y su puntillismo abstracto, de verdad que son hermosos, tambien pintores como Abraham Lacalle Jose Manuel Merello, Excelente