Los amantes del arte tienen una visita obligada en Milán: la Pinacoteca de Brera. Se trata de la colección de arte más importante de la ciudad, un museo que cuenta con numerosas obras maestras entre las que destacan los lienzos de Piero della Francesa, Mantegna, Rafael o Tintoretto. Nos acercamos a Milán para degustar uno de nuestros museos favoritos de Italia, surgido a imagen y semejanza de la Galería Uffizi en Florencia.
A pesar de contar con un buen número de obras de gran trascendencia, uno de los recuerdos que más permanecen en la memoria del visitante de Brera no es ningún lienzo, sino su bellísimo patio columnado. Y es que la colección de esta pinacoteca es albergada por el Palazzo Brera, una construcción que hunde sus raíces en el Medievo.
A finales del siglo XII, se construye un monasterio en este terreno regentado por los Humiliati, una orden de origen lombardo que sería prohibida a finales del XVI por Pío V. Es en ese momento cuando se expropian sus posesiones incluyendo el monasterio y la iglesia de Santa María de Brera. A principios del XVII, Francesco Maria Richini diseña los planos del palacio sobre el monasterio.
Cuando los jesuitas se disuelven a finales del XVIII —orden que había sustituido a los Humiliati en el control de Brera— la propiedad pasa a ser estatal siendo la emperatriz María Teresa de Austria la que comienza a ubicar en el palacio diferentes instituciones culturales: es el origen de la actual Pinacoteca de Brera. Es entonces cuando Giuseppe Piermarini, también diseñador de La Scala, renueva el palacio dotando al patio de ese aire de pureza neoclásica que impacta al visitante.
Aunque es esta época cuando se inicia la colección de pintura en Brera será en tiempo de Napoleón —el cual otorgó a Milán todo tipo de favores tras su conquista, incluyendo la capitalidad del país— cuando se convierte en el centro del coleccionismo pictórico milanés albergando numerosas obras confiscadas a iglesias y conventos de toda Lombardía tras la disolución de las órdenes religiosas. El museo se inaugura el 15 de agosto de 1809, cumpleaños de Napoleón. En el centro del patio se coloca una estatua alegórica del emperador obra de Antonio Canova, que aún domina el patio de Brera.
La colección de Brera y sus obras maestras
Pese a que la Pinacoteca de Brera es popular por su colección de pinturas desde el siglo XII al Barroco, el museo también alberga obras de arte contemporáneo siendo un interesante complemento para otras visitas en la ciudad como el Museo del Novecento. En este sentido, en las salas dedicadas al siglo XX podemos encontrar algunos lienzos de grandes nombres de las vanguardias italianas como Carlo Carrà, Umberto Boccioni, Mario Sironi, De Chirico o Modigliani.
Pero la mayor parte de obras maestras de Brera se circunscriben a la etapa que va desde el primer Renacimiento al Barroco. Sin ir más lejos, en esta pinacoteca podremos degustar uno de los escorzos más famosas de la historia del arte: el que ejecuta Andrea Mantegna para su Cristo Muerto fechado aproximadamente en 1475. Este lienzo es un testimonio ejemplar del grado de obsesión que se alcanzó durante el Renacimiento por experimentar con las leyes de la perspectiva aplicadas al arte pictórico. Un cuadro que, aún hoy, marea.
Como lo hace también Sacra Conversación —también conocido como Pala Brera o la Virgen del Huevo—, uno de los cuadros más recordados del enigmático Piero della Francesca. Se trata de un lienzo de simbología compleja marcado por una combinación muy habitual en el Renacimiento: personajes bíblicos, como la propia Virgen con el Niño, aparecen en el mismo escenario que los comitentes en este caso Federico de Montefeltro, fundiendo pasado y presente. Pero lo que más destaca de este cuadro, como de otros de Piero, es el aura trascedente del mismo, enmarcado por el semblante reconcentrado de sus personajes. Y el enigma del huevo que cuelga de la concha de la cúpula que aún hoy sigue despertando controversia.
Los Desposorios de la Virgen de Rafael es un cuadro que nos devuelve al Renacimiento más amable y sedoso sin perder de vista las enseñanzas de los maestros del Quattrocento como apreciamos en el uso de la perspectiva y la colocación de un templete clásico en segundo plano en el que, por cierto, firma el propio artista. El pintor de Urbino entrega aquí uno de sus primeras obras maestras poco antes de conquistar Roma.
Pero tal vez nuestro cuadro preferido de la Pinacoteca de Brera sea el Encuentro del cuerpo de San Marcos de Tintoretto, uno de los lienzos más complejos del artista veneciano que muestra aquí las diferentes vertientes del Manierismo marcado por la dislocación compositiva, los violentos juegos de luces y sombras y los escorzos y la inestabilidad llevados a su máxima expresión, incluyendo un evidente homenaje al famoso cuadro de Mantegna. Es el fin del Renacimiento, de su arte estoico y sereno… Bienvenidos a la pasión exacerbada del Barroco.
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