Si tuviéramos que elegir solo una calle que representara lo que hoy es Madrid sería la Gran Vía. Una de las principales arterias de la ciudad, en la que se alinean algunos de los más emblemáticos edificios de su historia moderna.
Ha pasado un más de un siglo desde que, un 4 de abril de 1910, se comenzara a construir y, en este tiempo, la calle ha podido condensar las principales señas de identidad del Madrid actual. Ecléctica, eléctrica, turística, comercial y canalla, Gran Vía expresa la esencia de la ciudad.
Una energía irresistible para los artistas, que la han pintado desde todos sus ángulos y en sus principales símbolos. Ya sea el conocido Edificio Metrópolis, al comienzo de la numeración, con su inconfundible tejado de pizarra negra y estatuas doradas. O el cinematográfico cartel luminoso de Schweppes, que da a la plaza de Callao.
El cine, además del arte, nos ha dejado algunas de las imágenes más icónicas de la calle. Cómo olvidar a Eduardo Noriega corriendo por una impactante Gran Vía, totalmente desierta, en la película ‘Abre los Ojos’ de Alejandro Amenábar.
Siempre abarrotada, la Gran Vía tiene dos caras: la diurna, con sus turistas, gente de compras o de paseo, madrileños camino del trabajo… y la nocturna, cuando a la luz de los neones y los faros de los coches, revela su cara más juerguista.
De hecho, divide a Madrid entre la zona más castiza o tradicional, representada por la Puerta del Sol y el Barrio de las Letras, y la más alternativa o underground, los barrios de Chueca y Malasaña.
Madrid es muy de barrios. La gente se identifica con el entorno donde vive de forma bastante intensa. Hasta que llega a Gran Vía. Sin artículo. Se va a Gran Vía, se queda con los amigos en Gran Vía. No es solo una calle, es la calle. En ella Madrid se siente ciudad.
Una ciudad en la que siempre se camina deprisa. Aunque no se tenga motivo. Pero en Gran Vía hasta hasta los madrileños se toman un momento para levantar la mirada y contemplar su arquitectura: el Hotel de las Letras, el Edificio Telefónica (el primer rascacielos español), el Palacio de la Música y el de la Prensa o los Cines Avenida, en cuyos bajos estaba la histórica sala de fiestas Pasapoga.
A pie de calle, ahora, hay sobre todo comercios, aunque sobreviven locales emblemáticos como el Museo Chicote, fundado en 1931 “para mezclar bebidas, vidas y opiniones… para que opiniones, vidas y bebidas convivan”, como se puede leer en la puerta, que en su día cruzaron Ava Gardner y Grace Kelly, que en sus interminables noches de fiesta por Madrid no podían dejar de pasar por Gran Vía.
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Sara, a mi me parece que despues que Antonio Lopez se hiciera famoso (es un decir), con su «Gran Vía», es un espacio público que se pone de «moda». Yo personalmente,no creo que la labor de un artista sea la de ir por las ciudades copiando sus calles, labor que la fotografía hace maravillosamente, y tambien la arquitectura. Por lo que haciendo mías las palabras de Pablo Picasso, te diré que, «El arte es algo muy distinto de la realidad». Claro que esta es solo una opinión. Un abrazo
salvatore
Acaso el arte no es real ?…..Es tan real, que se puede ver, se puede sentir,
se puede tocar, se puede oler,…Se puede vivir!!!!
Manuel Sola